RHINECLIFF, NUEVA YORK – En todo el mundo, se insta a gobiernos y empresas a realizar inversiones grandes en energía solar, eólica y geotérmica, así como en biocombustibles. No obstante, en los Estados Unidos, a diferencia de Europa y Asia, prácticamente no se habla de la energía del hidrógeno y las células de combustible como tecnologías sistémicas innovadoras. Eso necesita cambiar: estas fuentes de energía renovables limpias no solo garantizan el diseño de centrales de cero emisiones, sino también combustibles de cero emisiones para autos y camiones, que son los más contaminantes de todos.
Hasta ahora, muchos hemos escuchado los planes de los grandes fabricantes de autos –incluidos Honda, Toyota y Hyundai– de lanzar comercialmente autos a base de células de combustible para aproximadamente 2015. Daimler, Ford y Nissan lo harán para 2017. Alemania tiene proyectado construir al menos 50 estaciones de combustible de hidrógeno para 2015 como primer paso de una red en todo el país. Japón y Corea han anunciado planes similares.
Aunque el mensaje más amplio que no se ha reportado es que algunos países europeos, especialmente Alemania, han lanzado proyectos que combinan energías renovables como la solar y la eólica con hidrógeno para almacenar energía, lo que supone redes eléctricas estables sin emisiones que no necesitan carbón, petróleo ni energía nuclear.
En efecto, la idea central de un nuevo estudio de dos investigadores estadounidenses, Willett Kempton y Cory Budischak, es que la combinación de energías renovables con almacenamiento de hidrógeno podría alimentar totalmente una red eléctrica grande para 2030 a costos que son comparables a los actuales. Kempton y Budischak diseñaron un modelo de computadora de energías eólica y solar y de almacenamiento para cubrir la demanda de una quinta parte de la red estadounidense. Kempton señala que los resultados se oponen a “la opinión tradicional de que la energía renovable es demasiado insegura y cara.” “Por ejemplo”, de acuerdo con Budischack, “con almacenamiento de hidrógeno podríamos operar un sistema eléctrico que en la actualidad cubriría la demanda de 72 gigawatts, 99.9% del tiempo, usando 17 GW de energía solar, 68 GW de energía eólica marina y 115 GW de vientos del interior.”
Dicho estudio respalda científicamente varios proyectos de esa naturaleza que se realizan en Europa y que tienen por objetivo probar que el gas de hidrógeno, obtenido del agua por electrólisis –que sería como el gas natural, pero sin el carbón contaminante– y almacenado, por ejemplo, en cuevas subterráneas de sal, puede equilibrar las fluctuaciones inherentes en la energía solar y eólica. Se basa parcialmente en dos estudios recientes de la Universidad de Stanford y de la Carnegie Institution, en los que se concluye que como lo señaló el científico atmosférico de esta última institución, Ken Caldeira, “en los vientos hay energía más que suficiente para abastecer a toda la civilización.”
El esfuerzo más reciente, programado para realizarse este año fuera de Bruselas, es el poéticamente llamado, proyecto “Don Quijote” (“Demostración del nuevo concepto cualitativo de hidrógeno obtenido a partir de electricidad de turbina eólica”), diseñado para poner de relieve el almacenamiento de energía a escala de servicio público y transporte, y ofrecer energía a los montacargas propulsados por células de combustible. Los socios del proyecto son una cadena belga de tiendas de autoservicio, la Comisión Europea y varias organizaciones y compañías europeas. Canada Hydrogenics otorga el electrolizador y las células de combustible.
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Mientras tanto, cerca de Berlín, cinco compañías lanzaron en diciembre un proyecto piloto de 10 millones de euros (13 millones de dólares) en el principal aeropuerto de Berlín en Schoenefeld, con lo que se amplió una estación existente de combustible de hidrógeno y se neutralizaron sus emisiones de CO2 vinculándola a un parque eólico. Temprano el año pasado, dos servicios públicos alemanes, Thüga y E.ON anunciaron la operación de dos plantas de demostración de gas. Y la primera planta híbrida mundial de energía e hidrógeno renovable, que produce electricidad e hidrógeno como combustible de automóviles, que inició la producción en otoño de 2011.
Un año antes la Canciller alemana, Angela Merkel, puso la primera piedra de la planta, con lo que envió la señal de que son serios sus esfuerzos por orientar a Alemania hacia la energía limpia y renovable. En efecto, la muy conocida Energiewende o transición energética que anunció en 2010 es sin lugar a dudas una de las acciones ambientales más audaces de un estadista.
De acuerdo con el experto en temas del medio ambiente y escritor, Bill McKibben, Alemania va a la cabeza internacionalmente en la lucha contra el cambio climático: “Las mejores noticias y la alternativa clara de 2012 se dieron en Alemania, el único país grande que está tomando en serio el tema del cambio climático…. El verano pasado hubo días en que [los alemanes] generaron en paneles solares más de la mitad de la energía que usan.” De hecho, la tecnología de hidrógeno será una parte integral del sistema de energía alternativa y renovable de Alemania.
Es probable que las acciones de Alemania hacia la energía renovable tengan un impacto positivo mucho más amplio. En una serie de seis artículos, “Alemania renuncia a la energía nuclear” (The German Nuclear Exit) del Bulletin of the Atomic Scientist (Boletín del Científico Nuclear) se señala que haber renunciado a la energía nuclear ya está “dando beneficios económicos y ambientales mensurables.”
Más ampliamente, Lutz Mez, científico político de la Universidad Libre de Berlín, señala que la reorientación energética del país ha “visiblemente desvinculado el suministro de energía del crecimiento económico”, y que “la creciente transición energética no quiere decir una eliminación nuclear gradual sino una reforma continua a la política social, económica, tecnológica y cultural alemana.”
Uno se pregunta ¿Qué están esperando los países rezagados en la materia?
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In recent years, a growing chorus of academics and policymakers has sounded the alarm over the systemic dysfunction of the US tech sector. Yet, despite the high drama of congressional hearings with Big Tech CEOs and a cascade of bills promising comprehensive reforms, the results have been disappointing.
worry that in its bid to outcompete China, the US risks stifling its own potential for innovation.
As Germany and France head into another year of near-zero growth, it is clear that Keynesian stimulus alone cannot pull them out of their current malaise. To regain the dynamism and flexibility needed to weather US President-elect Donald Trump’s tariffs, Europe’s largest economies must pursue far-reaching structural reforms.
explains why the EU’s long-term economic slump is not likely to end anytime soon.
RHINECLIFF, NUEVA YORK – En todo el mundo, se insta a gobiernos y empresas a realizar inversiones grandes en energía solar, eólica y geotérmica, así como en biocombustibles. No obstante, en los Estados Unidos, a diferencia de Europa y Asia, prácticamente no se habla de la energía del hidrógeno y las células de combustible como tecnologías sistémicas innovadoras. Eso necesita cambiar: estas fuentes de energía renovables limpias no solo garantizan el diseño de centrales de cero emisiones, sino también combustibles de cero emisiones para autos y camiones, que son los más contaminantes de todos.
Hasta ahora, muchos hemos escuchado los planes de los grandes fabricantes de autos –incluidos Honda, Toyota y Hyundai– de lanzar comercialmente autos a base de células de combustible para aproximadamente 2015. Daimler, Ford y Nissan lo harán para 2017. Alemania tiene proyectado construir al menos 50 estaciones de combustible de hidrógeno para 2015 como primer paso de una red en todo el país. Japón y Corea han anunciado planes similares.
Aunque el mensaje más amplio que no se ha reportado es que algunos países europeos, especialmente Alemania, han lanzado proyectos que combinan energías renovables como la solar y la eólica con hidrógeno para almacenar energía, lo que supone redes eléctricas estables sin emisiones que no necesitan carbón, petróleo ni energía nuclear.
En efecto, la idea central de un nuevo estudio de dos investigadores estadounidenses, Willett Kempton y Cory Budischak, es que la combinación de energías renovables con almacenamiento de hidrógeno podría alimentar totalmente una red eléctrica grande para 2030 a costos que son comparables a los actuales. Kempton y Budischak diseñaron un modelo de computadora de energías eólica y solar y de almacenamiento para cubrir la demanda de una quinta parte de la red estadounidense. Kempton señala que los resultados se oponen a “la opinión tradicional de que la energía renovable es demasiado insegura y cara.” “Por ejemplo”, de acuerdo con Budischack, “con almacenamiento de hidrógeno podríamos operar un sistema eléctrico que en la actualidad cubriría la demanda de 72 gigawatts, 99.9% del tiempo, usando 17 GW de energía solar, 68 GW de energía eólica marina y 115 GW de vientos del interior.”
Dicho estudio respalda científicamente varios proyectos de esa naturaleza que se realizan en Europa y que tienen por objetivo probar que el gas de hidrógeno, obtenido del agua por electrólisis –que sería como el gas natural, pero sin el carbón contaminante– y almacenado, por ejemplo, en cuevas subterráneas de sal, puede equilibrar las fluctuaciones inherentes en la energía solar y eólica. Se basa parcialmente en dos estudios recientes de la Universidad de Stanford y de la Carnegie Institution, en los que se concluye que como lo señaló el científico atmosférico de esta última institución, Ken Caldeira, “en los vientos hay energía más que suficiente para abastecer a toda la civilización.”
El esfuerzo más reciente, programado para realizarse este año fuera de Bruselas, es el poéticamente llamado, proyecto “Don Quijote” (“Demostración del nuevo concepto cualitativo de hidrógeno obtenido a partir de electricidad de turbina eólica”), diseñado para poner de relieve el almacenamiento de energía a escala de servicio público y transporte, y ofrecer energía a los montacargas propulsados por células de combustible. Los socios del proyecto son una cadena belga de tiendas de autoservicio, la Comisión Europea y varias organizaciones y compañías europeas. Canada Hydrogenics otorga el electrolizador y las células de combustible.
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Un año antes la Canciller alemana, Angela Merkel, puso la primera piedra de la planta, con lo que envió la señal de que son serios sus esfuerzos por orientar a Alemania hacia la energía limpia y renovable. En efecto, la muy conocida Energiewende o transición energética que anunció en 2010 es sin lugar a dudas una de las acciones ambientales más audaces de un estadista.
De acuerdo con el experto en temas del medio ambiente y escritor, Bill McKibben, Alemania va a la cabeza internacionalmente en la lucha contra el cambio climático: “Las mejores noticias y la alternativa clara de 2012 se dieron en Alemania, el único país grande que está tomando en serio el tema del cambio climático…. El verano pasado hubo días en que [los alemanes] generaron en paneles solares más de la mitad de la energía que usan.” De hecho, la tecnología de hidrógeno será una parte integral del sistema de energía alternativa y renovable de Alemania.
Es probable que las acciones de Alemania hacia la energía renovable tengan un impacto positivo mucho más amplio. En una serie de seis artículos, “Alemania renuncia a la energía nuclear” (The German Nuclear Exit) del Bulletin of the Atomic Scientist (Boletín del Científico Nuclear) se señala que haber renunciado a la energía nuclear ya está “dando beneficios económicos y ambientales mensurables.”
Más ampliamente, Lutz Mez, científico político de la Universidad Libre de Berlín, señala que la reorientación energética del país ha “visiblemente desvinculado el suministro de energía del crecimiento económico”, y que “la creciente transición energética no quiere decir una eliminación nuclear gradual sino una reforma continua a la política social, económica, tecnológica y cultural alemana.”
Uno se pregunta ¿Qué están esperando los países rezagados en la materia?
Traducción de Kena Nequiz