NIS, Serbia - La influencia de la dieta en la salud es conocida desde los Antiguos Griegos. Nuestros cuerpos sencillamente no pueden sintetizar muchos compuestos esenciales, de modo que nuestra salud depende en parte de lo que comemos y bebemos.
Los antioxidantes, que según se cree ayudan a protegernos tanto del cáncer como de las enfermedades cardíacas, son un elemento de este tipo que debemos importar en nuestros organismos. Los estudios han demostrado que existe una asociación positiva importante entre una mayor ingesta de frutas y verduras y un menor riesgo de enfermedades crónicas.
Las frutas y verduras son fuentes de numerosos micronutrientes y, algunas, entre ellas el beta-caroteno (un precursor de la vitamina A), la vitamina C, la vitamina E y el selenio, tienen cualidades antioxidantes. Pero lo que específicamente hace que las frutas y verduras sean tan benéficas no está claro.
El principal papel de los antioxidantes es el de impedir el daño por oxidación de los componentes celulares, de manera que se propuso que los antioxidantes dietarios disminuyen este daño y, con él, el riesgo de enfermarse. Esto ha estimulado el interés en la posible capacidad preventiva de los complementos antioxidantes.
De hecho, el consumo de complementos antioxidantes en los países desarrollados se ha generalizado. Más de un tercio de las personas adultas en los países desarrollados hoy ingieren píldoras antioxidantes, lo cual es mucho más fácil que comer frutas y verduras. Pero, ¿los beneficios serán los mismos?
Como sucede con cualquier intervención terapéutica, la prueba más convincente y directa de la eficacia preventiva de los complementos antioxidantes requiere de pruebas clínicas aleatorias y controladas. Este tipo de pruebas eliminan los problemas del registro dietario de los participantes y controlan los efectos de factores desconcertantes conocidos y desconocidos.
Secure your copy of PS Quarterly: The Climate Crucible
The newest issue of our magazine, PS Quarterly: The Climate Crucible, is here. To gain digital access to all of the magazine’s content, and receive your print copy, subscribe to PS Premium now.
Subscribe Now
Hasta el momento, se han realizado muchos estudios para verificar los supuestos efectos benéficos de los complementos antioxidantes. Pero, si bien los resultados de los estudios epidemiológicos han sido casi absolutamente positivos, los resultados de las pruebas clínicas siguen siendo ampliamente inciertos.
Algunas pruebas clínicas se interrumpieron prematuramente porque se observaron efectos nocivos de los complementos antioxidantes. Por cierto, hoy hay evidencia abrumadora que cuestiona el efecto preventivo de las píldoras antioxidantes. Por el contrario, pueden ser dañinas y derivar en un mayor riesgo de mortalidad en la gente que las consume.
Existen varias explicaciones posibles para el efecto negativo de los complementos antioxidantes. Primero, los "radicales libres" contra los que actúan los antioxidantes realizan una función biológica dual. Los radicales libres se producen continuamente en todas las células como parte de su funcionamiento normal. En concentraciones moderadas, son mediadores esenciales de las reacciones por las cuales nuestros organismos eliminan las células no deseadas.
Al eliminar los radicales libres de nuestro cuerpo, interferimos en mecanismos defensivos importantes para eliminar células dañadas, entre ellas células cancerígenas. De manera que las sustancias antioxidantes también pueden perjudicar a la gente. Mientras que nuestras dietas normalmente contienen niveles seguros, los complementos antioxidantes altamente concentrados pueden ser peligrosos.
De hecho, las cantidades de antioxidantes que brindan protección son desconocidas y probablemente difieran de un individuo a otro. La gente expuesta a un mayor estrés por oxidación puede tener requerimientos de antioxidantes elevados.
Es más, los complementos antioxidantes en pastillas son sintéticos y bioquímicamente desbalanceados con respecto a sus pares que ocurren naturalmente. Tampoco son objeto de los mismos estudios rigurosos de toxicidad que otros agentes farmacéuticos. Por cierto, todavía no contamos con información sustancial sobre cómo nuestros cuerpos los metabolizan y cómo interactúan entre sí. En consecuencia, sigue siendo incierto si la dosis, la duración de uso o la ingesta paralela de otros agentes determina diferencias en su efecto.
También es incierto si el estrés por oxidación es una causa principal o un fenómeno secundario de las enfermedades crónicas, así como del proceso de envejecimiento. En la mayoría de las enfermedades humanas, el estrés por oxidación es simplemente un síntoma. De modo que no debería dársele demasiada importancia al vínculo entre el estrés por oxidación y la enfermedad.
Sigue habiendo muchos baches en nuestro conocimiento de los mecanismos de acción de los complementos antioxidantes. Deben resolverse aún cuestiones básicas referidas a la eficacia y seguridad del consumo de dosis relativamente altas de complementos antioxidantes. Para mejorar nuestro conocimiento, es preciso ver los resultados de las pruebas clínicas en curso y de los futuros estudios.
Mientras tanto, sabemos que los antioxidantes pueden causar consecuencias no deseadas para la salud. De modo que la fuente óptima de antioxidantes es la dieta, no los complementos. En resumen, deberíamos dejar de tomar píldoras y comer más frutas y verduras.
To have unlimited access to our content including in-depth commentaries, book reviews, exclusive interviews, PS OnPoint and PS The Big Picture, please subscribe
Though antitrust enforcement has been gaining momentum on both sides of the Atlantic, a handful of private actors still wield extraordinary market power – and thus power over ordinary people’s lives. With some calling for more radical action, and others warning that reining in firms’ market power would be unhelpful and even harmful, we asked PS commentators what needs to be done.
NIS, Serbia - La influencia de la dieta en la salud es conocida desde los Antiguos Griegos. Nuestros cuerpos sencillamente no pueden sintetizar muchos compuestos esenciales, de modo que nuestra salud depende en parte de lo que comemos y bebemos.
Los antioxidantes, que según se cree ayudan a protegernos tanto del cáncer como de las enfermedades cardíacas, son un elemento de este tipo que debemos importar en nuestros organismos. Los estudios han demostrado que existe una asociación positiva importante entre una mayor ingesta de frutas y verduras y un menor riesgo de enfermedades crónicas.
Las frutas y verduras son fuentes de numerosos micronutrientes y, algunas, entre ellas el beta-caroteno (un precursor de la vitamina A), la vitamina C, la vitamina E y el selenio, tienen cualidades antioxidantes. Pero lo que específicamente hace que las frutas y verduras sean tan benéficas no está claro.
El principal papel de los antioxidantes es el de impedir el daño por oxidación de los componentes celulares, de manera que se propuso que los antioxidantes dietarios disminuyen este daño y, con él, el riesgo de enfermarse. Esto ha estimulado el interés en la posible capacidad preventiva de los complementos antioxidantes.
De hecho, el consumo de complementos antioxidantes en los países desarrollados se ha generalizado. Más de un tercio de las personas adultas en los países desarrollados hoy ingieren píldoras antioxidantes, lo cual es mucho más fácil que comer frutas y verduras. Pero, ¿los beneficios serán los mismos?
Como sucede con cualquier intervención terapéutica, la prueba más convincente y directa de la eficacia preventiva de los complementos antioxidantes requiere de pruebas clínicas aleatorias y controladas. Este tipo de pruebas eliminan los problemas del registro dietario de los participantes y controlan los efectos de factores desconcertantes conocidos y desconocidos.
Secure your copy of PS Quarterly: The Climate Crucible
The newest issue of our magazine, PS Quarterly: The Climate Crucible, is here. To gain digital access to all of the magazine’s content, and receive your print copy, subscribe to PS Premium now.
Subscribe Now
Hasta el momento, se han realizado muchos estudios para verificar los supuestos efectos benéficos de los complementos antioxidantes. Pero, si bien los resultados de los estudios epidemiológicos han sido casi absolutamente positivos, los resultados de las pruebas clínicas siguen siendo ampliamente inciertos.
Algunas pruebas clínicas se interrumpieron prematuramente porque se observaron efectos nocivos de los complementos antioxidantes. Por cierto, hoy hay evidencia abrumadora que cuestiona el efecto preventivo de las píldoras antioxidantes. Por el contrario, pueden ser dañinas y derivar en un mayor riesgo de mortalidad en la gente que las consume.
Existen varias explicaciones posibles para el efecto negativo de los complementos antioxidantes. Primero, los "radicales libres" contra los que actúan los antioxidantes realizan una función biológica dual. Los radicales libres se producen continuamente en todas las células como parte de su funcionamiento normal. En concentraciones moderadas, son mediadores esenciales de las reacciones por las cuales nuestros organismos eliminan las células no deseadas.
Al eliminar los radicales libres de nuestro cuerpo, interferimos en mecanismos defensivos importantes para eliminar células dañadas, entre ellas células cancerígenas. De manera que las sustancias antioxidantes también pueden perjudicar a la gente. Mientras que nuestras dietas normalmente contienen niveles seguros, los complementos antioxidantes altamente concentrados pueden ser peligrosos.
De hecho, las cantidades de antioxidantes que brindan protección son desconocidas y probablemente difieran de un individuo a otro. La gente expuesta a un mayor estrés por oxidación puede tener requerimientos de antioxidantes elevados.
Es más, los complementos antioxidantes en pastillas son sintéticos y bioquímicamente desbalanceados con respecto a sus pares que ocurren naturalmente. Tampoco son objeto de los mismos estudios rigurosos de toxicidad que otros agentes farmacéuticos. Por cierto, todavía no contamos con información sustancial sobre cómo nuestros cuerpos los metabolizan y cómo interactúan entre sí. En consecuencia, sigue siendo incierto si la dosis, la duración de uso o la ingesta paralela de otros agentes determina diferencias en su efecto.
También es incierto si el estrés por oxidación es una causa principal o un fenómeno secundario de las enfermedades crónicas, así como del proceso de envejecimiento. En la mayoría de las enfermedades humanas, el estrés por oxidación es simplemente un síntoma. De modo que no debería dársele demasiada importancia al vínculo entre el estrés por oxidación y la enfermedad.
Sigue habiendo muchos baches en nuestro conocimiento de los mecanismos de acción de los complementos antioxidantes. Deben resolverse aún cuestiones básicas referidas a la eficacia y seguridad del consumo de dosis relativamente altas de complementos antioxidantes. Para mejorar nuestro conocimiento, es preciso ver los resultados de las pruebas clínicas en curso y de los futuros estudios.
Mientras tanto, sabemos que los antioxidantes pueden causar consecuencias no deseadas para la salud. De modo que la fuente óptima de antioxidantes es la dieta, no los complementos. En resumen, deberíamos dejar de tomar píldoras y comer más frutas y verduras.