RIGA – A cada año que pasa, la inminente crisis del calentamiento planetario se cierne cada vez más cerca. Se va acabando el tiempo para adoptar medidas preventivas. La cantinela de “20-20-20” de la Unión Europea va encaminada a reducir en un 20 por ciento las emisiones de los gases que causan el efecto de invernadero (GCEI) en relación con su nivel en 1990 y aumentar al 20 por ciento la proporción de recursos renovables en el año 2020. ¿De verdad es viable?
Aparentemente, la UE tiene una larga ejecutoria como adalid de las medidas para evitar el cambio climático. En 1994, la UE se comprometió con las reducciones de los GCEI propuestas por el Protocolo de Kyoto y lo ratificó en 2002. La UE-15 prometió una reducción del 8 por ciento de las emisiones de GCEI en 2010.
Todas las naciones industriales que no han ratificado el Protocolo de Kyoto –y muy en particular los Estados Unidos– han sido criticadas por ser “medioambientalmente irresponsables”, pero en el período de 15 años transcurrido entre 1990 y 2005 la UE-15 sólo consiguió reducir en un 2 por ciento las emisiones de CGEI y ahora resulta evidente que la UE-15 no cumplirá su compromiso con Kyoto. Sólo cinco de los países de la UE-15 van camino de alcanzar sus metas. En las mejores circunstancias, la EU-15 podría reducir sus emisiones en un 4,6 por ciento en 2010.
El incumplimiento de su meta con arreglo a Kyoto por parte de la UE-15 no constituye una gran sorpresa. Sin embargo, lo que es sorprendente es que la UE-15 haya logrado presentar su fracaso como un éxito.
Cuando se aprobó el compromiso de 20-20-20 en marzo de 2007, se anunció la decisión con bombo y platillos y se la presentó ante el público como otro éxito de la política de la UE sobre el cambio climático. Entonces la Presidenta del Consejo de la UE, Angela Merkel, la calificó de “gran avance” y el Presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, la proclamó como “el plan más ambicioso jamás aprobado”.
Sin embargo, a la hora de compartir la carga de la reducción de las emisiones entre los Estados miembros de la UE, la Comisión Europea propuso en enero de 2008 cambiar el año base de 1990 a 2005. Ese criterio, aprobado como base de las negociaciones en el reciente Consejo de la UE, equivalía a permitir a algunos Estados miembros no cumplir sus metas, supuestamente vinculantes, de reparto de la carga con arreglo a Kyoto.
Secure your copy of PS Quarterly: The Climate Crucible
The newest issue of our magazine, PS Quarterly: The Climate Crucible, is here. To gain digital access to all of the magazine’s content, and receive your print copy, subscribe to PS Premium now.
Subscribe Now
La razón era sencilla: la UE-12 –los nuevos miembros admitidos en 2004– ha estado superando en resultados a la UE-15. Los nuevos miembros no han acordado un objetivo colectivo conforme a Kyoto, pero se prevé que en 2010 habrán reducido, como grupo, sus emisiones en un 20 por ciento, aproximadamente, en comparación con 1990.
En 2005, Letonia, Lituania y Estonia, por ejemplo, lograron reducir en más de la mitad sus emisiones de 1990. Se puede atribuirlo en parte al desplome de la industria contaminante de estilo soviético, pero, al cambiar el año base para los niveles absolutos de emisiones de 1990 a 2005, la Comisión parece también intentar encubrir el fracaso de la UE-15, al tiempo que impone metas de reducción excesivamente importantes a los Estados miembros de la UE que ya son los medioambientalmente más eficientes.
Al sacrificar las necesidades de las economías en crecimiento que han alcanzado sus metas en pro de las de mercados más asentados, la Comisión premia la ineficiencia y reduce la eficacia de la política de la Unión Europa sobre el cambio climático y su mercado común. Como a la UE-15 corresponde el 80 por ciento de todas las emisiones de CGEI de la UE, estos países deberían ser los que desempeñaran un papel rector en la política de la UE sobre el cambio climático. Ya es más que hora de que intensifiquen sus esfuerzos.
UE de 15 miembros
Meta de Kyoto frente a la meta de 20-20-20
Metas de emisiones de CGEI (como porcentaje de los niveles de emisiones de 1990)
To have unlimited access to our content including in-depth commentaries, book reviews, exclusive interviews, PS OnPoint and PS The Big Picture, please subscribe
A new Global Digital Compact rests on the insight that while AI can be a game-changing technology, managing its far-reaching potential requires a new global infrastructure and robust mechanisms to manage the risks. At a time when multilateralism is faltering, global cooperation remains possible.
herald a new global compact that aims to manage the technology’s risks and unlock its potential.
Marietje Schaake
warns that Big Tech’s outsize influence threatens democracy, suggests what Western leaders can learn from Chinese technology governance, urges governments to use public procurement to influence the trajectory of digital technology, and more.
The massive losses suffered by Hezbollah and Hamas – and the weakening of Iran’s so-called “axis of resistance” – needs to be seen in strategic terms. Put simply, it creates an opening to transform for the better not just Gaza and Lebanon but also much of the region.
thinks Israel’s decimation of Iran’s proxies in Gaza and Lebanon must be viewed in strategic terms.
RIGA – A cada año que pasa, la inminente crisis del calentamiento planetario se cierne cada vez más cerca. Se va acabando el tiempo para adoptar medidas preventivas. La cantinela de “20-20-20” de la Unión Europea va encaminada a reducir en un 20 por ciento las emisiones de los gases que causan el efecto de invernadero (GCEI) en relación con su nivel en 1990 y aumentar al 20 por ciento la proporción de recursos renovables en el año 2020. ¿De verdad es viable?
Aparentemente, la UE tiene una larga ejecutoria como adalid de las medidas para evitar el cambio climático. En 1994, la UE se comprometió con las reducciones de los GCEI propuestas por el Protocolo de Kyoto y lo ratificó en 2002. La UE-15 prometió una reducción del 8 por ciento de las emisiones de GCEI en 2010.
Todas las naciones industriales que no han ratificado el Protocolo de Kyoto –y muy en particular los Estados Unidos– han sido criticadas por ser “medioambientalmente irresponsables”, pero en el período de 15 años transcurrido entre 1990 y 2005 la UE-15 sólo consiguió reducir en un 2 por ciento las emisiones de CGEI y ahora resulta evidente que la UE-15 no cumplirá su compromiso con Kyoto. Sólo cinco de los países de la UE-15 van camino de alcanzar sus metas. En las mejores circunstancias, la EU-15 podría reducir sus emisiones en un 4,6 por ciento en 2010.
El incumplimiento de su meta con arreglo a Kyoto por parte de la UE-15 no constituye una gran sorpresa. Sin embargo, lo que es sorprendente es que la UE-15 haya logrado presentar su fracaso como un éxito.
Cuando se aprobó el compromiso de 20-20-20 en marzo de 2007, se anunció la decisión con bombo y platillos y se la presentó ante el público como otro éxito de la política de la UE sobre el cambio climático. Entonces la Presidenta del Consejo de la UE, Angela Merkel, la calificó de “gran avance” y el Presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, la proclamó como “el plan más ambicioso jamás aprobado”.
Sin embargo, a la hora de compartir la carga de la reducción de las emisiones entre los Estados miembros de la UE, la Comisión Europea propuso en enero de 2008 cambiar el año base de 1990 a 2005. Ese criterio, aprobado como base de las negociaciones en el reciente Consejo de la UE, equivalía a permitir a algunos Estados miembros no cumplir sus metas, supuestamente vinculantes, de reparto de la carga con arreglo a Kyoto.
Secure your copy of PS Quarterly: The Climate Crucible
The newest issue of our magazine, PS Quarterly: The Climate Crucible, is here. To gain digital access to all of the magazine’s content, and receive your print copy, subscribe to PS Premium now.
Subscribe Now
La razón era sencilla: la UE-12 –los nuevos miembros admitidos en 2004– ha estado superando en resultados a la UE-15. Los nuevos miembros no han acordado un objetivo colectivo conforme a Kyoto, pero se prevé que en 2010 habrán reducido, como grupo, sus emisiones en un 20 por ciento, aproximadamente, en comparación con 1990.
En 2005, Letonia, Lituania y Estonia, por ejemplo, lograron reducir en más de la mitad sus emisiones de 1990. Se puede atribuirlo en parte al desplome de la industria contaminante de estilo soviético, pero, al cambiar el año base para los niveles absolutos de emisiones de 1990 a 2005, la Comisión parece también intentar encubrir el fracaso de la UE-15, al tiempo que impone metas de reducción excesivamente importantes a los Estados miembros de la UE que ya son los medioambientalmente más eficientes.
Al sacrificar las necesidades de las economías en crecimiento que han alcanzado sus metas en pro de las de mercados más asentados, la Comisión premia la ineficiencia y reduce la eficacia de la política de la Unión Europa sobre el cambio climático y su mercado común. Como a la UE-15 corresponde el 80 por ciento de todas las emisiones de CGEI de la UE, estos países deberían ser los que desempeñaran un papel rector en la política de la UE sobre el cambio climático. Ya es más que hora de que intensifiquen sus esfuerzos.
UE de 15 miembros
Meta de Kyoto frente a la meta de 20-20-20
Metas de emisiones de CGEI (como porcentaje de los niveles de emisiones de 1990)
Meta de Kyoto
Nueva meta
Nivel real
Tiempo (años)