Estamos viviendo –según algunos- al borde de una revolución nanotecnológica, donde la materia se maneja a una escala miles de veces más pequeña de lo que el ojo puede ver, y los materiales familiares se comportan de maneras inesperadas. Esta revolución, si resulta exitosa, pondrá a nuestro mundo patas para arriba.
La nanotecnología nos ofrece un control cada vez mayor del mundo material, ofreciéndonos oportunidades para mejorar las tecnologías existentes y desarrollar otras nuevas. Las oportunidades parecen interminables, desde la creación de materiales más fuertes y más livianos y la fabricación de computadoras inmensamente poderosas y a la vez increíblemente pequeñas, hasta el desarrollo de nuevas fuentes de energía sustentable y el diseño de curas personalizadas para el cáncer.
Hoy existen en el mercado más de 500 productos nanotecnológicos identificados por el fabricante, desde cosméticos hasta repuestos de auto y vajilla. Si las proyecciones actuales son correctas, la nanotecnología tiene el potencial de tener un impacto prácticamente en todas las industrias y todos los aspectos de nuestras vidas.
Sin embargo, la nanotecnología también está sacudiendo nuestra idea de qué hace que algo se torne dañino. A una escala nanométrica (aproximadamente 50.000 veces más pequeña que el ancho de un cabello humano), la materia se comporta de modos inusuales: los materiales débiles se vuelven fuertes, los materiales inertes se vuelven activos y los materiales benignos se vuelven nocivos. De la misma manera que el hierro puede transformarse en productos tan diferentes como sartenes y espadas, la utilidad o la nocividad de los productos nanotecnológicos depende de cómo se los maneja en una escala nanométrica. En consecuencia, ya no podemos confiar en las maneras convencionales de manejar el riesgo basadas exclusivamente en las materias primas.
A medida que crece la cantidad de productos que utilizan nanotecnología, necesitamos nueva información científica sobre los riesgos que pueden llegar a presentar. Expertos gubernamentales, de la industria, del sector académico y de otras áreas coinciden en que debe abordarse una larga lista de interrogantes si queremos desarrollar nanotecnología con la mayor seguridad posible. El desafío que enfrentamos es el de encontrar respuestas que les permitan a productores y reguladores tomar decisiones sólidas basadas en la ciencia y desarrollar un sistema de vigilancia que inspire confianza a los consumidores.
Desafortunadamente, la respuesta global a este desafío no ha sido abrumadora. En 2005, el Centro Internacional Woodrow Wilson para Proyectos Académicos sobre Nanotecnologías Emergentes analizó detenidamente la investigación con financiación gubernamental sobre el impacto de la nanotecnología en el medio ambiente, la salud y la seguridad. La inversión en investigación altamente relevante resultó ser baja: en Estados Unidos, apenas representaba el 1% de la inversión federal de 1.100 millones de dólares en investigación y desarrollo de nanotecnología.
It is not too late to watch our AI Action Summit event.
Click the link to watch world leaders, tech experts, and other distinguished speakers – including Justin Trudeau, Petr Pavel, Daron Acemoglu, Reid Hoffman, Marianna Mazzucato, James Manyiga, Audrey Tang, Sylvain Duranton, Celina Lee, Patrick Pouyanné, and others – discuss some of the most important questions raised by the rise of artificial intelligence.
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Más preocupante aún resultó la aparente ausencia de alguna estrategia detrás de la investigación financiada. Incluso el pequeño puñado de estudios relevantes que exploraban los posibles riesgos carecía de un criterio guía y no daba ningún indicio de que la información desarrollada ayudaría a asegurarle a quienes toman decisiones que la nanotecnología se desarrolla de manera segura a largo plazo.
Estados Unidos ha tenido un enorme éxito a la hora de promocionar estrategias de investigación que apoyan el uso de nanotecnología, y ha servido como un modelo que se imita en todo el mundo. Pero las mismas estrategias que funcionan para desarrollar aplicaciones nanotecnológicas no ayudarán a responder la creciente lista de interrogantes sobre su posible impacto que plantean hoy los gobiernos y la industria.
Los apremiantes interrogantes vinculados a los riesgos exigen una acción deliberada a nivel internacional. La respuesta sólo se alcanzará si se equiparan los esfuerzos de investigación y los niveles de financiación con la información necesaria para avanzar hacia un futuro seguro para las aplicaciones nanotecnológicas.
En 2006, se publicaron cinco grandes desafíos de investigación para desarrollar nanotecnología segura en la publicación científica Nature :
encontrar maneras de medir la cantidad de nanomateriales en el aire y el agua;
aprender a evaluar la nocividad de los nanomateriales;
desarrollar maneras de predecir –y prevenir- el daño ocasionado por nanomateriales nuevos;
capacitarse para evaluar el potencial impacto de los productos nanotecnológicos desde la cuna hasta la tumba;
y establecer estrategias y financiación para apoyar la investigación necesaria para satisfacer estos desafíos.
Algunos países y regiones están empezando a desarrollar agendas de investigación que responden a estos cinco desafíos. Por ejemplo, la Unión Europea recientemente anunció un programa de investigación nanotecnológica de 3.600 millones de euros, que incluye objetivos ambientales, de salud y seguridad que se alinean con estos desafíos.
De la misma manera, en marzo de 2007 el principal organismo asesor del gobierno británico en materia de ciencia y tecnología advirtió que el liderazgo del país en nanotecnología está menguando, porque el gobierno no ha invertido lo suficiente en investigación necesaria para entender y manejar de manera efectiva los posibles efectos en la salud y el medio ambiente.
Todavía hay un largo camino por delante. Si la nanotecnología sustentable ha de basarse en ciencia sólida, las estrategias globales de investigación deben estar respaldadas por políticas innovadoras y acompañadas por suficientes fondos para realizar el trabajo. En Estados Unidos solamente, las estimaciones de los niveles de financiación necesarios para una investigación del riesgo de la nanotecnología orientada hacia los objetivos oscilan entre 50 y 100 millones de dólares por año –cinco a diez veces la cantidad invertida en 2005.
No podemos permitirnos entrar a ciegas en el futuro de la nanotecnología. A pesar de un buen comienzo, muchos países están desarrollando estas tecnologías del siglo XXI en el marco de una actitud mental antigua y limitada. Si no desarrollamos las maneras y los medios para detectar y evitar los posibles riesgos que surjan, la perspectiva de esta nueva tecnología emocionante será incierta.
Debemos tomar conciencia de la necesidad de que las futuras aplicaciones nanotecnológicas estén basadas en un entendimiento sólido del posible impacto. En la carrera global por el liderazgo en materia de nanotecnología, los ganadores serán aquellos que entiendan los riesgos y apoyen la investigación necesaria para minimizarlos.
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The new push for deregulation in the US and the EU would be unlikely to yield substantial benefits in the best of times, not least because regulatory burdens are so difficult to measure. When the push is guided by a bias toward special interest groups – as seems to be true under Donald Trump – it is likely to do more harm than good.
explains why the new push for deregulation in the United States and the European Union may not help either.
By insisting on its own supremacy, the executive branch of the US government under President Donald Trump is effectively seeking to alter America’s constitutional framework of checks and balances among co-equal branches of government. Trump has no authority to execute this change, but that will not be enough to stop him.
observes that the president's claim of supremacy over the courts amounts to tossing out the US Constitution.
While AI could deliver profound benefits for all of society, it is likely to do the opposite if governments remain passive bystanders. Policymakers must step in now to foster a decentralized innovation ecosystem that serves the public good, and they must wake up to all the ways that things can go wrong.
explain why the UK government’s recently released AI “action plan” misses the mark.
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Estamos viviendo –según algunos- al borde de una revolución nanotecnológica, donde la materia se maneja a una escala miles de veces más pequeña de lo que el ojo puede ver, y los materiales familiares se comportan de maneras inesperadas. Esta revolución, si resulta exitosa, pondrá a nuestro mundo patas para arriba.
La nanotecnología nos ofrece un control cada vez mayor del mundo material, ofreciéndonos oportunidades para mejorar las tecnologías existentes y desarrollar otras nuevas. Las oportunidades parecen interminables, desde la creación de materiales más fuertes y más livianos y la fabricación de computadoras inmensamente poderosas y a la vez increíblemente pequeñas, hasta el desarrollo de nuevas fuentes de energía sustentable y el diseño de curas personalizadas para el cáncer.
Hoy existen en el mercado más de 500 productos nanotecnológicos identificados por el fabricante, desde cosméticos hasta repuestos de auto y vajilla. Si las proyecciones actuales son correctas, la nanotecnología tiene el potencial de tener un impacto prácticamente en todas las industrias y todos los aspectos de nuestras vidas.
Sin embargo, la nanotecnología también está sacudiendo nuestra idea de qué hace que algo se torne dañino. A una escala nanométrica (aproximadamente 50.000 veces más pequeña que el ancho de un cabello humano), la materia se comporta de modos inusuales: los materiales débiles se vuelven fuertes, los materiales inertes se vuelven activos y los materiales benignos se vuelven nocivos. De la misma manera que el hierro puede transformarse en productos tan diferentes como sartenes y espadas, la utilidad o la nocividad de los productos nanotecnológicos depende de cómo se los maneja en una escala nanométrica. En consecuencia, ya no podemos confiar en las maneras convencionales de manejar el riesgo basadas exclusivamente en las materias primas.
A medida que crece la cantidad de productos que utilizan nanotecnología, necesitamos nueva información científica sobre los riesgos que pueden llegar a presentar. Expertos gubernamentales, de la industria, del sector académico y de otras áreas coinciden en que debe abordarse una larga lista de interrogantes si queremos desarrollar nanotecnología con la mayor seguridad posible. El desafío que enfrentamos es el de encontrar respuestas que les permitan a productores y reguladores tomar decisiones sólidas basadas en la ciencia y desarrollar un sistema de vigilancia que inspire confianza a los consumidores.
Desafortunadamente, la respuesta global a este desafío no ha sido abrumadora. En 2005, el Centro Internacional Woodrow Wilson para Proyectos Académicos sobre Nanotecnologías Emergentes analizó detenidamente la investigación con financiación gubernamental sobre el impacto de la nanotecnología en el medio ambiente, la salud y la seguridad. La inversión en investigación altamente relevante resultó ser baja: en Estados Unidos, apenas representaba el 1% de la inversión federal de 1.100 millones de dólares en investigación y desarrollo de nanotecnología.
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Estados Unidos ha tenido un enorme éxito a la hora de promocionar estrategias de investigación que apoyan el uso de nanotecnología, y ha servido como un modelo que se imita en todo el mundo. Pero las mismas estrategias que funcionan para desarrollar aplicaciones nanotecnológicas no ayudarán a responder la creciente lista de interrogantes sobre su posible impacto que plantean hoy los gobiernos y la industria.
Los apremiantes interrogantes vinculados a los riesgos exigen una acción deliberada a nivel internacional. La respuesta sólo se alcanzará si se equiparan los esfuerzos de investigación y los niveles de financiación con la información necesaria para avanzar hacia un futuro seguro para las aplicaciones nanotecnológicas.
En 2006, se publicaron cinco grandes desafíos de investigación para desarrollar nanotecnología segura en la publicación científica Nature :
Algunos países y regiones están empezando a desarrollar agendas de investigación que responden a estos cinco desafíos. Por ejemplo, la Unión Europea recientemente anunció un programa de investigación nanotecnológica de 3.600 millones de euros, que incluye objetivos ambientales, de salud y seguridad que se alinean con estos desafíos.
De la misma manera, en marzo de 2007 el principal organismo asesor del gobierno británico en materia de ciencia y tecnología advirtió que el liderazgo del país en nanotecnología está menguando, porque el gobierno no ha invertido lo suficiente en investigación necesaria para entender y manejar de manera efectiva los posibles efectos en la salud y el medio ambiente.
Todavía hay un largo camino por delante. Si la nanotecnología sustentable ha de basarse en ciencia sólida, las estrategias globales de investigación deben estar respaldadas por políticas innovadoras y acompañadas por suficientes fondos para realizar el trabajo. En Estados Unidos solamente, las estimaciones de los niveles de financiación necesarios para una investigación del riesgo de la nanotecnología orientada hacia los objetivos oscilan entre 50 y 100 millones de dólares por año –cinco a diez veces la cantidad invertida en 2005.
No podemos permitirnos entrar a ciegas en el futuro de la nanotecnología. A pesar de un buen comienzo, muchos países están desarrollando estas tecnologías del siglo XXI en el marco de una actitud mental antigua y limitada. Si no desarrollamos las maneras y los medios para detectar y evitar los posibles riesgos que surjan, la perspectiva de esta nueva tecnología emocionante será incierta.
Debemos tomar conciencia de la necesidad de que las futuras aplicaciones nanotecnológicas estén basadas en un entendimiento sólido del posible impacto. En la carrera global por el liderazgo en materia de nanotecnología, los ganadores serán aquellos que entiendan los riesgos y apoyen la investigación necesaria para minimizarlos.