Martin Luther's translation Sean Gallup/Getty Images

Lo que Martín Lutero puede enseñarnos sobre la disrupción tecnológica

GINEBRA – Esta semana se cumplen quinientos años del día en que un ignoto sacerdote y profesor universitario de teología hizo algo común en aquella época: clavar un anuncio en la puerta de una iglesia. El suyo era para pedir un debate académico sobre la práctica de la Iglesia Católica de vender “indulgencias”: la promesa de que el comprador (o un pariente) pasaría menos tiempo en el purgatorio tras su muerte.

Hoy, las “95 tesis” que Martín Lutero publicó en la Iglesia del Palacio de la ciudad alemana de Wittenberg (al mismo tiempo envió una copia a su superior, el cardenal Alberto de Brandemburgo) se consideran la chispa que inició la Reforma Protestante. En menos de un año, Lutero se convirtió en una de las personas más famosas de Europa, y sus ideas (que cuestionaban no sólo las prácticas de la Iglesia y la autoridad del Papa, sino en definitiva la relación del hombre con Dios) habían comenzado a reconfigurar sistemas de poder e identidad en formas que todavía se sienten.

¿Por qué alcanzaron tal trascendencia las acciones de Lutero? No olvidemos que los llamados a la reforma de la Iglesia eran frecuentes hacía siglos. Como escribe el historiador Diarmaid MacCulloch en A History of Christianity: The First Three Thousand Years [Historia de la Cristiandad: los primeros tres mil años], los dos siglos que precedieron a Lutero fueron escenario de desafíos casi constantes a la supremacía papal en temas de filosofía, teología y política. ¿Cómo fue que las inquietudes de un teólogo menor en Sajonia llevaron a una conmoción religiosa y política de tal magnitud?

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