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La agudeza de Lagarde es la oportunidad de Europa

LONDRES – Un médico altamente reconocido asume la atención de un paciente con una discapacidad crónica que se está debilitando y que está cada vez más vulnerable. El tratamiento que le vienen aplicando al paciente desde hace tiempo no sólo se está tornando menos efectivo; ahora también está produciendo efectos colaterales nocivos. Existe una mejor estrategia, pero no en el hospital del nuevo médico. Y, en las instalaciones donde sí está disponible, los médicos están demasiado distraídos como para ocuparse del caso.

El nuevo médico es Christine Lagarde, la ex directora gerente tan admirada del Fondo Monetario Internacional que pronto sucederá a Mario Draghi como presidenta del Banco Central Europeo (BCE). Su desafío consistirá en evitar una segunda década perdida de crecimiento bajo y no lo suficientemente inclusivo en la eurozona. Cómo le vaya yendo al paciente bajo sus cuidados –y si es que puede conseguir que gobiernos clave de la eurozona brinden el tratamiento necesario- definirá no sólo su propio legado, sino también el de Draghi.

Hoy prácticamente no existen dudas de que la economía europea está perdiendo impulso. La prognosis excesivamente optimista de antes, de un repunte sostenido del crecimiento, finalmente ha dado lugar a la triste realidad de que los vientos en contra tanto estructurales como cíclicos están aplastando la actividad económica. El pronóstico de crecimiento consensuado previo de alrededor del 2% para 2019 hoy está convergiendo en torno al 1%; podría ser inclusive mucho más bajo.

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