A worker cutting steel at a factory in Huaibei in China's eastern Anhui province AFP/Getty Images

El doble estándar de la política comercial de Estados Unidos con China

CAMBRIDGE – Al parecer, una delegación comercial de alto perfil de Estados Unidos ha regresado con las manos vacías de su misión a China. No se puede decir que el resultado sea una sorpresa, dada la escala y la naturaleza parcial de las demandas estadounidenses. Los norteamericanos presionaron para una reformulación integral de las políticas industriales y las reglas de propiedad intelectual de China, y le pidieron al mismo tiempo al gobierno chino que se abstuviera de cualquier acción contra los aranceles unilaterales propuestos por Trump contra las exportaciones chinas.

Esta no es la primera rencilla comercial con China, y no será la última. El orden comercial mundial de la última generación -desde la creación de la Organización Mundial de Comercio en 1995- se ha predicado en base a la suposición de que los regímenes regulatorios en todo mundo convergirían. China, en particular, se volvería más "occidental" en la manera de manejar su economía. Por el contrario, la continua divergencia de los sistemas económicos ha sido una fuente fértil de fricción comercial.

Hay buenos motivos para que China -y otras economías- resistan la presión para que acepten un molde que les han impuesto los lobbies exportadores de Estados Unidos. Después de todo, el fenomenal éxito de la globalización de China se debe tanto a las políticas industriales no ortodoxas y creativas del régimen como a la liberalización económica. La protección selectiva, los subsidios al crédito, las empresas estatales, las reglas de contenido nacional y los requerimientos de transferencia de tecnología han incidido a la hora de transformar a China en la usina industrial que es hoy. La estrategia actual de China, la iniciativa "Hecho en China 2025", apunta a basarse en estos logros para catapultar al país al status de economía avanzada.

https://prosyn.org/s74eiXSes