CAMBRIDGE – La economía global este año está llena de sorpresas desconcertantes. El crecimiento del PIB de Japón actualmente supera el de China y las ventas minoristas de julio en Estados Unidos duplicaron el pronóstico de consenso, a pesar de que la Reserva Federal de Estados Unidos haya implementado uno de los ciclos de alzas de tasas más concentrado en décadas.
En el Reino Unido, el crecimiento salarial ha aumentado a una tasa anualizada del 7,8% y la inflación de base se ha mantenido alta, inclusive después de 14 alzas de tasas consecutivaspor parte del Banco de Inglaterra (con más alzas por venir). Mientras tanto, Brasil y Chile han recortado las tasas de interés, discrepando con las expectativas de mercado de que la Fed mantendrá altas las tasas por un período prolongado.
Estas curiosidades son solo algunas entre muchas y lo que aumenta la complejidad son las implicancias inciertas de cambios estructurales significativos en el horizonte. Estos incluyen la transición necesaria a una energía de carbono cero, la revolución de la inteligencia artificial y otros cambios impulsados por la innovación. Si a esto le sumamos las tensiones geopolíticas y un alejamiento de la globalización económica y financiera, se abre un amplio rango de escenarios posibles.
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While carbon pricing and industrial policies may have enabled policymakers in the United States and Europe to avoid difficult political choices, we cannot rely on these tools to achieve crucial climate goals. Climate policies must move away from focusing on green taxes and subsidies and enter the age of politics.
explains why achieving climate goals requires a broader combination of sector-specific policy instruments.
The long-standing economic consensus that interest rates would remain low indefinitely, making debt cost-free, is no longer tenable. Even if inflation declines, soaring debt levels, deglobalization, and populist pressures will keep rates higher for the next decade than they were in the decade following the 2008 financial crisis.
thinks that policymakers and economists must reassess their beliefs in light of current market realities.
CAMBRIDGE – La economía global este año está llena de sorpresas desconcertantes. El crecimiento del PIB de Japón actualmente supera el de China y las ventas minoristas de julio en Estados Unidos duplicaron el pronóstico de consenso, a pesar de que la Reserva Federal de Estados Unidos haya implementado uno de los ciclos de alzas de tasas más concentrado en décadas.
En el Reino Unido, el crecimiento salarial ha aumentado a una tasa anualizada del 7,8% y la inflación de base se ha mantenido alta, inclusive después de 14 alzas de tasas consecutivaspor parte del Banco de Inglaterra (con más alzas por venir). Mientras tanto, Brasil y Chile han recortado las tasas de interés, discrepando con las expectativas de mercado de que la Fed mantendrá altas las tasas por un período prolongado.
Estas curiosidades son solo algunas entre muchas y lo que aumenta la complejidad son las implicancias inciertas de cambios estructurales significativos en el horizonte. Estos incluyen la transición necesaria a una energía de carbono cero, la revolución de la inteligencia artificial y otros cambios impulsados por la innovación. Si a esto le sumamos las tensiones geopolíticas y un alejamiento de la globalización económica y financiera, se abre un amplio rango de escenarios posibles.
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