mackett1_Ihsaan HaffejeeAnadolu Agency via Getty Images_southafricablackouts Ihsaan Haffejee/Anadolu Agency via Getty Images

La crisis eléctrica sudafricana, una cuestión de género

JOHANNESBURGO – Desde hace 16 años Sudáfrica viene lidiando con una grave crisis energética, caracterizada por apagones escalonados que a veces duran 15 horas por día. El presidente Cyril Ramaphosa declaró en febrero el «estado de desastre» nacional y anunció el rescate de la empresa eléctrica estatal, Eskom; pero la incapacidad del gobierno para brindar electricidad en forma estable ya tuvo un impacto profundamente negativo en el día a día de los sudafricanos, especialmente para las mujeres y niñas.

Desde 2007 Sudáfrica ha estado plagada de cortes de luz recurrentes a escala nacional (llamados, eufemísticamente, «reducciones de carga»). Dado que la mayoría de los sudafricanos depende de la infraestructura esencial que les proporciona el Estado —en 2021 el 77,7 % de los hogares del país dependían principalmente de la electricidad para cocinar— esta crisis golpeó con especial dureza a quienes se ocupan de las tareas de la casa.

Las reducciones de carga se implementan en varias fases; cada una implica eliminar 1000 megavatios más de la red eléctrica. La primera etapa consiste en «3 cortes de 2 horas durante 4 días, o 3 cortes de 4 horas durante 8 días», mientras que en la sexta etapa los consumidores «pueden resultar afectados 18 veces durante 4 días por hasta 4,5 horas por vez, o 18 veces durante 8 días durante unas 2 horas por vez».

La crisis eléctrica no solo impide que las mujeres sudafricanas accedan a infraestructura esencial, ha afectado además su seguridad. Los reiterados apagones son una bendición para los criminales, ya que les permiten robar cables —y prolongar así los cortes de luz—. La gente vive atemorizada en sus barrios y hogares. Debido a la falta de iluminación en calles y viviendas, y a que los sistemas de seguridad de los hogares quedan desactivados, se disparó la cantidad de robos de automóviles y a viviendas, así como los asaltos. En marzo, en Ciudad del Cabo, unos delincuentes que estaban tratando de forzar el automóvil de un veterinario de 27 años de edad durante una de las reducciones de carga lo asesinaron en la puerta de su vivienda.

Aunque las autoridades policiales sudafricanas afirman que no se registraron aumentos de las llamadas de auxilio durante las reducciones de carga, una gran cantidad de informes de violencia sexual contra mujeres y niños cuentan una historia diferente. En un caso especialmente horrendo, una niña de dos años de edad fue violada por su tío durante uno de los cortes de luz. Las mujeres ya son vulnerables en los espacios públicos, y la crisis eléctrica limitó fuertemente su movilidad tanto fuera como dentro de los hogares.

Los avances tecnológicos del último siglo, especialmente la lavadora, transformaron la vida de las mujeres, liberándolas de tareas del hogar que llevan mucho tiempo y permitiéndoles ingresar a la fuerza laboral. Sin embargo, incluso ahora que el Estado ofrece muchos de los servicios tradicionales, las mujeres y las niñas a menudo deben intervenir cuando los servicios públicos son insuficientes o, directamente, no existen. Por ejemplo, suelen ocuparse del cuidado de los familiares enfermos que carecen de asistencia sanitaria adecuada. De manera similar, cuando los hogares carecen de servicios como agua potable o electricidad, la carga resultante recae desproporcionadamente sobre ellas.

SPRING SALE: Save 40% on all new Digital or Digital Plus subscriptions
PS_Sales_Spring_1333x1000_V1

SPRING SALE: Save 40% on all new Digital or Digital Plus subscriptions

Subscribe now to gain greater access to Project Syndicate – including every commentary and our entire On Point suite of subscriber-exclusive content – starting at just $49.99.

Subscribe Now

Debido a que les impide utilizar electrodomésticos para ahorrar tiempo —como hornos, cocinas a microondas y lavadoras— para ocuparse de las tareas básicas del hogar, la crisis eléctrica perjudicó el desempeño escolar de las niñas y limitó las oportunidades de empleo de las mujeres. Esto amenaza con borrar décadas de avances económicos y sociales.

Además, la crisis derivada de las reducciones de carga sirve para recordarnos los invalorables aportes económicos y sociales de las mujeres: a pesar de la incapacidad del gobierno para proporcionar los bienes públicos básicos, los sudafricanos siguieron recibiendo sustento y atención. Debido a la típica división por género del trabajo en el hogar, son las mujeres y niñas quienes se ocupan mayormente de esas tareas fundamentales, algo en lo que a menudo no se repara... ni se remunera.

La pandemia de la COVID-19 demostró que la crisis de reducción de carga exacerbó las desigualdades de género y raciales que ya existían en Sudáfrica. No solo esas crisis revierten los avances logrados por las mujeres en épocas más prósperas, sino que disminuyen además su capacidad de recuperación debido a que las obligan a abandonar el mercado laboral y dificultan su acceso a la educación.

Hay formas de mitigar la crisis... para quienes pueden permitírselo. Una opción es salirse, completa o parcialmente, de la red; pero eso requiere una inversión inicial significativa y es, por lo tanto, imposible para muchos hogares con bajos ingresos. Otra opción es comprar comidas preparadas o hacer lavar la ropa por otros para aliviar la carga de las tareas del hogar, lo que también requiere tiempo y recursos financieros, de los que muchas de las familias empobrecidas carecen. No hay soluciones factibles para los hogares incapaces de acceder a estos servicios alternativos, lo que exacerba las desigualdades existentes.

Para lograr resultados equitativos, los responsables de las políticas sudafricanas deben garantizar la disponibilidad confiable y sostenible de electricidad para todos. Adoptar una estrategia más justa para distribuir las reducciones de carga, que tenga en cuenta los factores socioeconómicos, resulta entonces fundamental. Por ejemplo, el monopolio estatal podría reducir los cortes de luz en los barrios más pobres.

La actual crisis eléctrica puso de relieve la desenfrenada corrupción e ineficiencia que azotan al país. A menos que el gobierno adopte una estrategia más equitativa para ahorrar electricidad, seguirá afectando de manera desproporcionada el bienestar de las mujeres, lo que deja cada vez más al descubierto la lógica discriminatoria y misógina por la que se rigen los inadecuados servicios públicos del país.

Traducción al español por Ant-Translation

https://prosyn.org/ftdc9Ekes