Salvar los peces del mundo

Resulta difícil no sentir pesimismo respecto del futuro de la población piscícola del mundo. Las capturas marinas mundiales, que habían aumentado rápidamente a partir de la segunda guerra mundial, dejaron de hacerlo al final del decenio de 1980 y desde entonces no han dejado de disminuir. Será difícil detener ese descenso.

La rápida reducción de las poblaciones de peces es el resultado inevitable de una refinada tecnología industrial empleada con poblaciones marinas que están menguando, a medida que aumenta la demanda, avivada por el crecimiento de la población y la renta humanas. Hasta ahora ese descenso ha quedado oculto en el mundo desarrollado gracias a productos alimenticios marinos antes no disponibles, como, por ejemplo, el salmón criado con acuicultura, e importaciones en gran escala de pescado procedente de países en desarrollo.

Pero la pesca excesiva ha llegado a ser un problema grave también en el mundo en desarrollo. Así, pues, en un futuro próximo a las pesquerías de todo el mundo les esperan cambios drásticos. Un indicio claro del problema es ``la pesca de los elementos inferiores de la cadena alimentaria marina'': la tendencia cada vez más frecuente a pescar peces y mariscos del fondo de las cadenas alimentarias marinas, con frecuencia presa de los peces mayores, que antes eran objeto de la pesca,

Esa tendencia brinda substitutos de poca calidad del pescado de gran calidad al que en tiempos estábamos acostumbrados y nos obligará inexorablemente a capturar plancton, en particular medusas. Sí, medusas, que en tiempos eran una especialidad consumida en la región del Asia sudoriental, son ahora un producto que se captura también en el Atlántico y se exporta a todos los continentes.

La industria pesquera por sí sola no está en condiciones de invertir la tendencia a ``pescar los peces situados más abajo'', pese a los argumentos de comentaristas que deberían estar mejor informados. Por ejemplo, el analista danés de políticas públicas Björn Lomborg, en su reciente libro The Skeptical Environmentalist (``El ecologista escéptico''), cita datos comunicados por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) que indicaban cifras en aumento correspondientes a las capturas de peces mundiales. Lomborg utilizó dichas cifras para sostener que aumentan las capturas, por lo que, pese a las advertencias de los expertos, los ecosistemas han de estar en buenas condiciones.

Pero Lomborg se equivoca y los expertos están en lo cierto. Ahora sabemos que los aparentes aumentos en las capturas mundiales de pescado en el decenio de 1990 se debían a notificaciones excesivas y en gran escala de China a la FAO. También sabemos que las capturas de pescado pueden seguir siendo elevadas (y, de hecho, siguen siéndolo por lo general), aun cuando las poblaciones de peces estén a punto de agotarse, como lo demuestra el caso del bacalao en la zona marítima del Canadá oriental, que brindó buenas capturas hasta que hubo que cerrar esa pesquería, porque no quedaban, literalmente, peces.

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Pero las capturas excesivas no son la única cuestión. Muchas técnicas pesqueras ahora utilizadas -por encima de todas, la pesca de arrastre- desgarran, literalmente, el hábitat del que dependen. A consecuencia de ello, algunas poblaciones de peces explotadas de ese modo no parecen recobrarse, aun cuando se apliquen contingentes u otras reglamentaciones de las capturas.

La acuicultura, el cultivo de peces y otros organismos acuáticos, podría mejorar en principio el futuro déficit. Sin embargo, el término ``acuicultura'' se refiere a dos tipos de operaciones fundamentalmente diferentes.

Un tipo de acuicultura consiste en el cultivo de moluscos bivalvos, tales como las ostras y los mejillones, o a peces de agua dulce, tales como la carpa y la tilapia. Depende de plantas (plancton, a veces complementado con subproductos agrícolas, en el caso de los peces de agua dulce) para hacer una nueva aportación al suministro de productos piscícolas ofrecido a los consumidores. Además, como ese tipo de acuicultura se da principalmente en países en desarrollo (principalmente en China, pero también en países como Filipinas y Bangladesh), aporta proteínas animales baratas allí donde son necesarias.

El segundo tipo de acuicultura entraña el cultivo de peces carnívoros, como, por ejemplo, el salmón o la corvina, y cada vez más el engorde de atún salvaje en cautividad. El salmón, la corvina o el atún comen carne; en términos ecológicos, son los lobos y los leones del mar. Cuando se alimenta el salmón sólo con materia vegetal, como, por ejemplo, harina de soja, no crece bien y acaba pareciéndose al tofu y adquiriendo su sabor. Carece del menor sentido intentar siquiera alimentar el atún con algo distinto de los peces.

Cuanta más acuicultura de ese tipo haya, menos pescado barato -como, por ejemplo, sardinas, arenques, caballa y anchoas- habrá para que los seres humanos lo compren y lo coman. El cultivo de peces carnívoros aumenta la presión sobre los caladeros salvajes, en lugar de reducirla. Ha propiciado importaciones en gran escala por parte de los países desarrollados -donde predomina ese tipo de acuicultura- de harina de pescado hecha a partir de peces capturados y pulverizados en países en desarrollo.

Una razón por la que los cultivadores de la acuicultura pueden seguir dedicándose impunemente a esas actividades es la de que el público supone que todas esas operaciones son similares y todas ellas contribuyen al surtido mundial de pescado. Sencillamente, no es así.

Aún tenemos tiempo para salvar nuestras pesquerías, pero sólo si las reinventamos no como fuente de un suministro de pescado que aumente indefinidamente para una población humana que aumenta indefinidamente, sino como proveedoras de un complemento saludable de las dietas basadas en los cereales. Además, semejantes pesquerías reinventadas serán de menores dimensiones y dependerán de los peces salidos de las zonas oceánicas protegidas que debemos establecer para permitir a los ecosistemas marinos y a las especies que en ellos habitan reconstituir parte de su abundancia del pasado y compartirla de nuevo con nosotros.

https://prosyn.org/IeipCfSes