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Basta de medias tintas en tributación corporativa

NUEVA YORK – La globalización se hizo mala reputación estos últimos años, y a menudo por buenas razones. Pero algunos críticos, en particular el presidente estadounidense Donald Trump, atribuyen mal las culpas, y urden una imagen falsa en la que Europa, China y los países en desarrollo embaucaron a los negociadores comerciales de Estados Unidos para que aceptaran malos acuerdos que causaron los problemas actuales de los estadounidenses. Es una afirmación absurda: al fin y al cabo, fue Estados Unidos (o mejor dicho, su sector corporativo) el que escribió las reglas de la globalización en primer lugar.

Dicho eso, hay un aspecto particularmente tóxico de la globalización que no recibió la atención que se merece: la elusión fiscal corporativa. A las multinacionales les resulta muy fácil trasladar oficinas centrales y producción a cualquier jurisdicción que cobre los impuestos más bajos. Y en algunos casos, ni siquiera necesitan reubicar sus actividades comerciales, ya que les basta cambiar el modo de llevar el registro contable de sus ingresos.

Starbucks, por ejemplo, puede seguir expandiéndose en el Reino Unido y no pagar casi ningún impuesto británico porque, según dice, sus ganancias en ese país son mínimas. Pero si fuera cierto, entonces esa expansión no tendría sentido. ¿Por qué aumentar la presencia en un lugar donde no hay ganancias? Obviamente, ganancias hay, lo que pasa es que se transfieren desde el RU a jurisdicciones de baja tributación en la forma de regalías, comisiones de franquicia y otros gastos.

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