nye245_Anna MoneymakerGetty Images_biden modi Anna Moneymaker/Getty Images

La India y el equilibrio global de poder

CAMBRIDGE – Cuando este mes el primer ministro de la India Narendra Modi se reunió con el presidente de los Estados Unidos Joe Biden en la Casa Blanca, muchos observadores vieron en ello el potencial de una alianza en desarrollo contra China. Pero son expectativas exageradas. Como puso en claro el ministro indio de asuntos exteriores Subrahmanyam Jaishankar, una alianza formal no está en vista, aunque en un mundo multipolar de «amigos‑enemigos», todavía es posible mantener esquemas de cooperación a largo plazo.

La India tiene una larga historia de desconfianza poscolonial en las alianzas. Pero también lleva mucho tiempo preocupada por China, al menos desde la guerra fronteriza que libraron ambos países en 1962 en los Himalayas. Siendo yo funcionario del gobierno del presidente Jimmy Carter, me enviaron a la India para convencer al primer ministro Morarji Desai de apoyar la creación de una zona libre de armas nucleares en el sur de Asia y evitar que la naciente carrera nuclear entre la India y Pakistán se saliera de control. En aquel momento mis anfitriones indios me dijeron que no querían que se los comparara con Pakistán en el sur de Asia, sino con China en el este de Asia.

Tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos y la India comenzaron dos décadas de «diplomacia paralela» mediante conversaciones anuales entre exdiplomáticos que todavía tenían contacto estrecho con miembros de los respectivos gobiernos. (La delegación estadounidense, por ejemplo, incluyó figuras como Henry Kissinger y Richard Holbrooke.) Los participantes indios compartieron con los estadounidenses la inquietud por Al Qaeda y otras amenazas extremistas en Afganistán y Pakistán, pero también pusieron en claro que cuestionaban la tendencia de los estadounidenses a pensar en la India y Pakistán como si estuvieran «unidos por un guion».

También les preocupaba China, pero querían mantener una apariencia de buenas relaciones (y el acceso a su mercado). Aunque China ha sido por mucho tiempo uno de los mayores socios comerciales de la India, su economía ha crecido mucho más rápido. A tipos de cambio de mercado, a inicios de este siglo la economía china constituía el 3,6% del PIB mundial, pero la India no alcanzó ese nivel hasta la década de 2020.

Cuando a inicios de este siglo el crecimiento de China superaba con creces al de la India, sus representantes en la diplomacia paralela estaban preocupados no sólo por el apoyo de China a Pakistán, sino también por su creciente poder global en general. Como dijo un estratega indio: «Hemos decidido que ustedes nos desagradan menos que China»; y esto fue mucho antes de la escaramuza de 2020 por la frontera disputada en los Himalayas, en la que murieron veinte soldados indios.

Desde entonces, el alineamiento entre la India y Estados Unidos se ha fortalecido en forma considerable. Una década atrás, a las reuniones del Diálogo Cuadrilateral de Seguridad («Quad») entre diplomáticos estadounidenses, indios, japoneses y australianos no se les daba mucha importancia; ahora son un hecho muy publicitado que se desarrolla en un nivel de jefes de Estado. Hoy la India realiza más ejercicios militares conjuntos con Estados Unidos que con cualquier otro país.

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Pero este orden de cosas es muy distinto de una alianza. La India todavía importa más de la mitad de sus armas desde Rusia, es un importante comprador del petróleo ruso sancionado (junto con China) y muchas veces vota en contra de Estados Unidos en las Naciones Unidas. De hecho, todavía se niega a condenar la invasión rusa de Ucrania en 2022, así como no condenó la invasión soviética de Afganistán en 1979. Por mucho que se precie de ser la mayor democracia del mundo, no salió en defensa de la democrática Ucrania. Sus mayores prioridades son no perder el acceso a armamentos y petróleo y no impulsar un mayor acercamiento de Rusia a China.

Aunque Biden haya invitado a Modi a sus dos cumbres para la democracia, no faltan en Occidente y en la India críticos que denunciaran el giro iliberal de Modi hacia el nacionalismo hindú. Las últimas declaraciones acerca de los «valores compartidos» de las dos democracias más grandes podrán sonar estupendas, pero tampoco conforman una alianza. La clave de la relación indoestadounidense es el equilibrio de poder con China y el lugar que en dicho equilibrio tiene la India.

En ese sentido, la importancia de la India está en aumento. Hace poco superó a China como país más poblado del mundo. Mientras la población india crecía a 1400 millones de personas, China está en declive demográfico y su fuerza laboral ya pasó del máximo. Además, la economía de la India va camino de crecer un 6% este año (más rápido que la de China), lo que la convierte en la quinta economía del mundo. A este ritmo, a mediados de siglo podría tener el mismo tamaño que la economía de la eurozona.

Con una población inmensa, armas nucleares, un gran ejército, una fuerza laboral en aumento, una élite muy educada, una cultura empresarial y vínculos con una diáspora numerosa e influyente, la India seguirá siendo un factor importante del equilibrio global de poder. Pero no nos hagamos falsas ilusiones. La India por sí sola no puede hacerle contrapeso a China, cuyo desarrollo empezó mucho antes. La economía china sigue siendo unas cinco veces más grande, y en la India todavía hay mucha pobreza. De los 900 millones de personas en edad de trabajar que hay en la India, poco menos de la mitad está dentro de la fuerza laboral, y el analfabetismo alcanza a más de un tercio de las mujeres. Para que la creciente población de la India sea un activo económico en vez de convertirse en un pasivo, hay que capacitarla. Aunque la fuerza laboral china ya haya pasado de su máximo, cuenta con un mejor nivel educativo en promedio.

A pesar del desacople comercial selectivo en sectores estratégicos clave, la India todavía no quiere renunciar al mercado chino. Al tiempo que integra el Quad, también es parte de la Organización de Shanghái para la Cooperación y participa en las reuniones periódicas de los BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica). Aunque ya no hable de no alineación, tampoco le interesan las alianzas restrictivas. Según la lógica básica de la política de equilibrio de poder, la India y Estados Unidos parecen estar destinados no al matrimonio sino a una larga convivencia, que tal vez sólo dure en tanto ambos países sigan preocupados por China.

Traducción: Esteban Flamini

https://prosyn.org/XZfvhvLes