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Por qué prohibir a los candidatos antidemocráticos

PRINCETON – ¿Qué deberían hacer las democracias ante los partidos que usan las elecciones y otros medios democráticos para destruir la democracia misma? Una respuesta bien establecida, aunque no aceptada universalmente, el prohibir el partido antes de que llegue al poder.

Pero, ¿qué hacer en el caso de políticos individuales? Los estadounidenses se encuentran debatiendo intensamente el asunto, ahora que distintas denuncias legales intentan que el ex presidente Donald Trump quede inhabilitado para candidatearse a un segundo periodo por su papel en la insurrección en el Capitolio del 6 de enero de 2021. El mismo problema está preocupando a los alemanes que desean detener el ascenso de la extrema derecha. Una de las propuestas es despojar a dirigentes individuales de derechos políticos en lugar de prohibir directamente al partido ultraderechista Alternative für Deutschland (AfD).

Medidas como esta constituyen serias restricciones al proceso político y deben utilizarse como último recurso. Pero cuando una persona tiene un historial consistente de agitación contra la democracia -incluso tras repetidas advertencias-, se puede justificar plenamente su inhabilitación para el proceso democrático. De lo contrario, las democracias se ponen a sí mismas en un riesgo mortal. En palabras del infame ministro nazi de propaganda Joseph Goebbels: “Esta será por siempre una de las mejores bromas de la democracia: haber puesto en las manos de sus peores enemigos los medios para destruirla”.

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