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Un punto de inflexión para la ayuda para el desarrollo

BEIJING – Desde los años 1960, más de 4,6 billones de dólares (en dólares constantes de 2007) en asistencia oficial para el desarrollo (AOD) bruta, tanto bilateral como multilateral, han sido transferidos a países de bajos ingresos. Sin embargo, la extrema pobreza y el crecimiento estancado siguen siendo generalizados. El mensaje es claro: la ayuda Norte-Sur tradicional no es tan efectiva como podría ser, y como debería ser.

Un problema importante es que, durante las dos últimas décadas, los donantes y las instituciones para el desarrollo bilaterales y multilaterales de Occidente han prestado muy poca atención a satisfacer las demandas de transformación estructural e industrialización, como eliminar los cuellos de botella en el sector de infraestructura en los países que reciben ayuda para el desarrollo. Por ejemplo, los donantes de los países desarrollados no han invertido lo suficiente en el sector energético de África desde los años 1990. Esta deficiencia ha llevado a la desindustrialización en muchos países.

Lejos de diseñar programas de ayuda que den a los países en desarrollo la guía que necesitan para desarrollar sus sectores de manufactura y avanzar tecnológicamente, los gobiernos y las instituciones para el desarrollo de Occidente han tratado a las políticas industriales como un tabú. Peor aún, el modelo estándar de AOD separa la ayuda del comercio y la inversión privada, lo que afecta la capacidad de los países de explotar sus ventajas comparativas.

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