jo3731.jpg

Confrontar la geopolítica del cambio climático

NUEVA DELHI – Este año se reanudarán las negociaciones internacionales sobre el cambio climático. Para que sean exitosas, deben prestar atención a las lecciones que arrojó la cumbre de Copenhague de diciembre del año pasado.

La primera lección es que el cambio climático es una cuestión que no sólo tiene que ver con la ciencia, sino también con la geopolítica. La expectativa de que en Copenhague la investigación científica fuera a imponerse a la geopolítica resultó engañosa. Sin una mejor estrategia geopolítica, no se puede librar una lucha efectiva contra el cambio climático.

La segunda lección que impartió Copenhague es que para lograr un acuerdo internacional vinculante, primero debe existir un acuerdo entre Estados Unidos y China. Estos dos países son muy diferentes en muchos sentidos, pero no en sus perfiles de carbono: cada uno responde por entre el 22% y el 24% de todos los gases de tipo invernadero generados por el hombre en el mundo. Si las dos naciones más contaminantes del mundo -que en conjunto son responsables de más del 46% de todas las emisiones de gases de tipo invernadero- pueden llegar a un acuerdo, sería más fácil alcanzar un pacto internacional sobre el cambio climático.

En Copenhague, China inteligentemente eludió la presión al ocultarse detrás de países pequeños y pobres y forjar una alianza negociadora, conocida como el bloque BASIC, con otros tres países en desarrollo importantes -India, Brasil y Sudáfrica-. El bloque BASIC, sin embargo, está fundado en el oportunismo político y, en consecuencia, es improbable que se mantenga unido por mucho tiempo. Los perfiles de carbono de Brasil, India, Sudáfrica y China son totalmente incongruentes. Por ejemplo, las emisiones de carbono per cápita de China son más de cuatro veces superiores a las de India.

China rechaza el argumento de India de que los niveles de emisiones per cápita y las contribuciones históricas de gases de tipo invernadero deberían integrar los criterios objetivos para la mitigación de carbono. China, en su carácter de fábrica del mundo, quiere una fórmula que disminuya la intensidad de carbono vinculado a las industrias exportadoras. Tan pronto como comience la lucha para definir los criterios destinados a una acción mitigadora en las futuras negociaciones, esta alianza rápidamente se desintegrará.

Una tercera lección que surge de Copenhague es la necesidad de una agenda más realista. Durante casi dos décadas se hizo demasiado hincapié en los recortes de carbono, prácticamente a costa de la exclusión de otros elementos. Hoy es hora de descomponer la agenda del cambio climático en partes más pequeñas y más manejables. Después de todo, es mucho lo que se puede lograr sin un acuerdo vinculante que establezca objetivos nacionales para los recortes de carbono.

Subscribe to PS Digital
PS_Digital_1333x1000_Intro-Offer1

Subscribe to PS Digital

Access every new PS commentary, our entire On Point suite of subscriber-exclusive content – including Longer Reads, Insider Interviews, Big Picture/Big Question, and Say More – and the full PS archive.

Subscribe Now

Consideremos la eficiencia energética, que puede ayudar a generar un cuarto de todas las ganancias al reducir las emisiones de gases de tipo invernadero. La ineficiencia energética es un problema no sólo en el Tercer Mundo, sino también en el mundo desarrollado. Estados Unidos, por ejemplo, arroja a la atmósfera el doble de CO2 per cápita que Japón, aunque los dos países tienen ingresos per cápita bastante similares.

Es más, dado que la deforestación representa no menos del 20% del problema de las emisiones, el almacenamiento de carbono es tan importante como los recortes de carbono. Cada hectárea de selva tropical, por caso, almacena 500 toneladas de CO2. La preservación y gestión de los bosques, por ende, son cruciales para enfrentar el problema del cambio climático. De hecho, para ayudar a aliviar el impacto del cambio climático, los estados necesitan invertir estratégicamente en la restauración ecológica -plantación y preservación de las selvas tropicales, construcción de humedales y protección de especies críticas para nuestros ecosistemas.

La comunidad internacional también debe dedicarse a detener el cambio ambiental producido por el hombre. El cambio ambiental es distinto del cambio climático, aunque hay una tendencia por parte de algunos entusiastas a desdibujar la distinción y transformar el calentamiento global en un fenómeno en el que se les echa la culpa a todos.

El cambio ambiental generado por el hombre es causado por el uso imprudente de la tierra, el pastoreo excesivo, el agotamiento y la contaminación de los recursos superficiales de agua dulce, el uso excesivo del agua subterránea, la degradación de los ecosistemas costales, las prácticas de irrigación ineficientes o ambientalmente insostenibles, la mala administración de los desperdicios y la destrucción de los hábitats naturales. Este tipo de cambio ambiental no tiene ninguna vinculación con el calentamiento global. Sin embargo, llegado el caso, contribuirá a la variación climática y, en consecuencia, debe detenerse.

El cambio climático y el cambio ambiental, en vista de sus implicancias para la seguridad de los recursos y la estabilidad social y económica, son claramente multiplicadores de las amenazas. A la vez que persiste en la búsqueda de un acuerdo internacional vinculante, la comunidad internacional también debería explorar estrategias innovadoras, como iniciativas globales de sociedades públicas y privadas.

Como demuestra la experiencia de la comunidad internacional desde la Convención Macro de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 1992, es más fácil fijar objetivos globales que llevarlos a la práctica. Los compromisos políticos no vinculantes a los que se llegó en principio en Copenhague ya han sido motivo de controversia así como objeto de varias interpretaciones, minando el futuro del llamado “Acuerdo de Copenhague”, un acuerdo ad hoc para salvar las apariencias que se hilvanó a última hora para encubrir el fracaso de la cumbre. Sólo 55 de los 194 países presentaron sus planes de acción nacionales para la fecha límite del acuerdo, el 31 de enero.

La agenda del cambio climático pasó a estar tan motivada políticamente que los actores importantes le han asignado toda clase de intereses enfrentados, económicos y de otro tipo. No se debería haber permitido que esto sucediera, pero sucedió, y no hay manera de avanzar si no enfrentamos esa realidad.

https://prosyn.org/zWaXyPZes