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Una estrategia de industrialización verde para África

LONDRES – África ha contribuido menos a la crisis climática que cualquier otro continente, pero sufrirá algunas de las peores consecuencias. Ya las está sufriendo: este año, el ciclón Idai mató a más de 600 personas en Mozambique, y las sequías en el este y sur de África dejaron a más de 45 millones de personas sin comida suficiente. ¿Cómo puede África lograr crecimiento económico y desarrollo, sin contribuir a un mayor calentamiento global?

África tiene un enorme incentivo para industrializarse: la población de más rápido crecimiento del mundo y una tasa de urbanización que casi duplica el promedio global. A fin de crear empleos para casi 450 millones de jóvenes que, según se espera, ingresarán al mercado laboral en las dos próximas décadas, África debe acelerar el crecimiento económico, o enfrentará un creciente riesgo de un serio malestar social.

Ahora bien, históricamente, la industrialización ha exigido quemar cantidades gigantescas de combustibles fósiles. Es más, para la mayoría de los países africanos, los recursos naturales como los hidrocarburos son fuentes vitales de moneda extranjera e ingresos presupuestarios.

Estos países no pueden abandonar las industrias “marrones” –las que dependen del petróleo, el gas y los minerales- y crear una economía verde de la noche a la mañana. Pero pueden utilizarlas como una herramienta para alcanzar una economía limpia y sustentable. Eso implica colocar a las industrias marrones en el centro de los planes de industrialización verde de los gobiernos africanos.

La demanda de petróleo internacional tal vez siga siendo relativamente fuerte hoy, pero va a caer significativamente en los próximos diez años. McKinsey calcula que si se adoptaran los vehículos eléctricos (VE) en escala, la demanda de petróleo para transporte terrestre se derrumbará, mientras que la demanda total de petróleo alcanzará un pico antes de 2025. Esto podría dejar a los productores de petróleo africanos con un exceso de oferta.

Pero estos productores de petróleo tienen opciones. Al invertir en la industria petroquímica local, que puede absorber los excedentes de crudo, pueden sentar las bases para la fabricación de productos que son esenciales para la economía verde del futuro, como los paneles solares, las paletas de las turbinas eólicas y los repuestos de los VE. Los países africanos ricos en petróleo como Nigeria, Angola y Argelia tienen una ventana estrecha para iniciar este cambio, siguiendo los pasos de Arabia Saudita, que basa sus esfuerzos de diversificación económica en una industria petroquímica robusta.

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De la misma manera, la inversión en gas natural puede ayudar a impulsar al sector del transporte de África hacia un futuro verde. Una fuente importante de contaminación de la industria de los hidrocarburos es la combustión de gases: los productores de petróleo queman el gas natural que extraen junto con el petróleo, muchas veces debido a una falta de infraestructura (o interés) para almacenar el gas y dedicarlo a un uso productivo. La combustión de gases libera enormes cantidades de CO2 y resulta en casi 20.000 millones de dólares en pérdidas económicas a nivel global cada año.

En África, donde la combustión de gases es común, los países deberían buscar inversiones focalizadas en infraestructura que permitan la comercialización de reservas abundantes de gas natural para utilizar en el transporte. Después de todo, si bien el gas natural no es equivalente a una energía limpia, mucho menos renovable, quemarlo emite menos CO2 que quemar diésel. Los camiones y los ómnibus grandes que circulan con gas natural emiten diez veces menos óxido de nitrógeno –un gas de efecto invernadero mucho más potente que el CO2– que sus contrapartes que circulan a diésel.

Un tercer elemento crítico de una transición verde africana es captar más valor en la cadena de suministro de VE global. Se calcula que los VE responderán por el 80% de la demanda global de baterías en 2030, y África tiene más de la mitad de la oferta de cobalto del mundo y un alto porcentaje de sus minerales de tierras raras –que son insumos esenciales para las baterías-. Sin embargo, China es el país que fabrica la mayoría de los VE y componentes de las baterías, muchas veces utilizando materias primas que importa de África.

Si la República Democrática del Congo mantuviera apenas el 10% de su cobalto para un procesamiento doméstico, en lugar de exportar el 99% a China, podría capturar parte del mercado global de baterías de 5.000 millones de dólares que, se espera, crecerá nueve veces, a 46.000 millones de dólares, en los próximos diez años. Los productores africanos de litio y níquel -también utilizados para fabricar baterías- tendrán oportunidades similares de desempeñar un papel importante en las industrias verdes del futuro.

La industrialización tardía de África, que la colocó en una desventaja significativa en el pasado, puede ser su mayor activo en la transición a un futuro verde. Con menos infraestructura heredada disponible, las empresas y consumidores africanos fueron unos de los primeros en adoptar la energía renovable y las tecnologías digitales; por ejemplo, el continente es sede de algunos de los proyectos de energía solar más grandes del mundo.

Los países africanos ahora deben abrazar el progreso también en sus industrias heredadas. Al aprovechar los activos de petróleo, gas y minerales existentes, pueden garantizarse un lugar en la economía verde del futuro y desempeñar un papel central en la lucha global contra el cambio climático.

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