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El problema del #MeToo de los medios

LONDRES – Puede que en las aulas de periodismo predominen las mujeres, pero los medios globales siguen siendo dirigidos por hombres, que ocupan la mayor parte de los puestos gerenciales, reportan más noticias y se presentan con más frecuencia como voces expertas. Es un desequilibrio que se refleja en el contenido que producen las salas de noticias, con menor cantidad de palabras y segundos de transmisión destinados a contar historias de mujeres. También se expresa en la cultura del sector, que deja a las mujeres en posiciones más vulnerables al acoso y abuso sexual.

Dada la importancia de las relaciones interpersonales en los medios de comunicación, por no mencionar el deseo de conexión entre periodistas que cubren acontecimientos extremos o desgarradores en ambientes difíciles, es fácil que se formen vínculos íntimos entre colegas y colaboradores. El problema aparece cuando estas relaciones se echan a perder o, peor aún, cuando no son consensuales o son de tipo coercitivo, como por ejemplo cuando un colega de mayor edad busca una relación sexual con una subordinada.

Por supuesto, puede haber importantes diferencias entre países sobre lo que se considera conducta predatoria o inadecuada. Pero, en términos globales, casi la mitad de las periodistas mujeres señalan haber sufrido acoso sexual en el trabajo, según un estudio de 2014 realizado por el International News Safety Institute (INSI) y la International Women’s Media Foundation (IWMF).  Dos tercios manifestaron haber sufrido “intimidación, amenazas o abusos”, principalmente por jefes, supervisores o compañeros de tareas.

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