TEL AVIV – Henry Kissinger, ex secretario de Estado de los Estados Unidos, dijo que Israel en realidad no tiene política exterior, sólo política interna. Pero lo mismo puede decirse de Estados Unidos, particularmente en relación con el conflicto entre Israel y Palestina.
Todos los presidentes estadounidenses que intentaron resolver el conflicto se encontraron con obstáculos políticos internos inmensos, incluso insuperables. Con la reciente decisión de reconocer a Jerusalén como capital de Israel, Donald Trump lleva esta tendencia al siguiente nivel, aunque puede ser que el resultado sólo sea más estancamiento.
La declaración de Trump sobre Jerusalén es la última manifestación de la búsqueda de legitimidad interna de este presidente improbable, por la que prácticamente se ha obsesionado con cumplir sus promesas de campaña más extremas y contraproducentes, entre ellas el abandono o renegociación de importantes tratados internacionales como el Acuerdo Transpacífico y el acuerdo de París sobre el clima. También es un intento de complacer los sueños mesiánicos de su inmenso electorado evangélico.
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The US decision to recognize Jerusalem as the capital of Israel comes in defiance of overwhelming global opposition. The message is clear: the Trump administration is determined to dictate the Israeli version of peace with the Palestinians, rather than to mediate an equitable agreement between the two sides.
points out that the decision on Jerusalem was the third anti-Palestinian move by the US in three weeks.
For decades, US policymakers have preferred piecemeal tactical actions, while the Chinese government has consistently taken a more strategic approach. This mismatch is the reason why Huawei, to the shock of sanctions-focused American officials, was able to make a processor breakthrough in its flagship smartphone.
warns that short-termism will never be enough to offset the long-term benefits of strategic thinking.
With a democratic recession underway in many countries, one now commonly hears talk of democratic “backsliding” on a global scale. But not only is that term misleading; it also breeds fatalism, diverting our attention from potential paths out of the new authoritarianism.
thinks the language commonly used to describe the shift toward authoritarianism is hampering solutions.
Ashoka Mody
explains the roots of the lack of accountability in India, highlights shortcomings in human capital and gender equality, casts doubt on the country’s ability to assume a Chinese-style role in manufacturing, and more.
TEL AVIV – Henry Kissinger, ex secretario de Estado de los Estados Unidos, dijo que Israel en realidad no tiene política exterior, sólo política interna. Pero lo mismo puede decirse de Estados Unidos, particularmente en relación con el conflicto entre Israel y Palestina.
Todos los presidentes estadounidenses que intentaron resolver el conflicto se encontraron con obstáculos políticos internos inmensos, incluso insuperables. Con la reciente decisión de reconocer a Jerusalén como capital de Israel, Donald Trump lleva esta tendencia al siguiente nivel, aunque puede ser que el resultado sólo sea más estancamiento.
La declaración de Trump sobre Jerusalén es la última manifestación de la búsqueda de legitimidad interna de este presidente improbable, por la que prácticamente se ha obsesionado con cumplir sus promesas de campaña más extremas y contraproducentes, entre ellas el abandono o renegociación de importantes tratados internacionales como el Acuerdo Transpacífico y el acuerdo de París sobre el clima. También es un intento de complacer los sueños mesiánicos de su inmenso electorado evangélico.
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