Nepalese health worker applies chlorhexidine to the umbilical cord of a newborn PRAKASH MATHEMA/AFP/Getty Images

El imperativo económico de proteger la salud de las mujeres

BANGKOK – Mai tenía 17 años cuando ella y su novio iniciaron su vida sexual. Puesto que en su país los adolescentes no casados no pueden acceder a métodos anticonceptivos sin consentimiento de los padres, decidieron tener sexo sin ellos. No pasó mucho tiempo antes de que Mai se embarazara.

Como joven madre, Mai tiene acceso a atención antenatal, de obstetricia y posnatal en el sistema de salud público de su país. Pero este no ofrece cobertura alguna para anticonceptivos y, sin un empleo a tiempo completo, Mai no se puede permitir pagarlos ella misma. Así que, a pesar de querer evitar o demorar un posible segundo embarazo, puede que Mai se vea obligada a seguir teniendo sexo sin métodos anticonceptivos.

Historias como la de Mai son demasiado comunes en la región de Asia-Pacífico, donde el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva completos sigue siendo desigual. A pesar de los importantes pasos en algunos países hacia el logro de una cobertura de salud universal –una prioridad de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas-, un componente clave de la salud femenina está siendo pasado por alto. Las iniciativas para proporcionar atención médica a todos quienes lo necesiten seguirán siendo insuficientes hasta que se ofrezcan servicios de salud sexual y reproductiva, incluida la planificación familiar, de manera más amplia y con cobertura completa de los planes de financiación sanitaria.

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