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Proteger a los niños pobres de la acechante crisis alimentaria

LONDRES – La invasión de Ucrania por parte de Rusia amenaza con causar más disrupción en el sistema alimentario global al aumentar drásticamente el costo de los alimentos básicos y de la energía necesaria para transportarlos. La región del Mar Negro es responsable por la exportación de al menos el 12% de las calorías alimentarias globales, de manera que cortar el acceso a ese mar tendrá efectos de amplio alcance.

Los precios de los alimentos ya se habían disparado como resultado de desequilibrios de mercado y de presiones en las cadenas de suministro posteriores a la pandemia, junto con pérdidas de producción vinculadas al clima. Para fines del año pasado, la crisis del mercado global de trigo y maíz había hecho subir la inflación alimentaria en el África subsahariana un 11%. Ahora, los países pobres enfrentan otro shock en un momento en que tienen poco espacio para absorberlo.

Inclusive antes de la crisis económica causada por la pandemia del COVID-19, los hogares vulnerables en los países en desarrollo destinaban una gran proporción de sus presupuestos a los alimentos. Los aumentos adicionales en el costo de la comida podrían llevar a los niños en esos hogares a sufrir pérdidas nutricionales importantes e irreversibles. Podrían ir a la escuela con hambre o inclusive abandonar la escuela para ayudar a complementar el ingreso de sus familias. Frente a las inmensas pérdidas de aprendizaje que sufrieron los niños en países de ingresos bajos y medios (LMIC por su sigla en inglés) debido a los cierres de las escuelas relacionados con la pandemia, cualquier alteración adicional podría tener consecuencias devastadoras.

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