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La creación de puentes económicos

BERKELEY – En la historia de la modernidad el verdadero cambio radical llegó en 1870, con lo que el economista y premio nobel Simon Kuznets llamó «crecimiento económico moderno». Desde entonces, las capacidades tecnológicas de la humanidad se duplicaron aproximadamente cada 35 años, revolucionando la economía en cada generación y volviendo a revolucionarla en la generación siguiente.

Junto con la economía de mercado y el capitalismo moderno, los avances tecnológicos permitieron el surgimiento de nuevas formas, extraordinariamente eficientes, de producir cosas antiguas y nuevas. Pero quienes vivían centrados en la producción de cosas a la manera antigua, aprendieron por las malas lo que Joseph Schumpeter quiso decir cuando llamó al capitalismo moderno el «vendaval perenne de la destrucción creadora». Más aún, en una sociedad de mercado, la fuerzas tecnológicas que impulsan la «destrucción» suelen amplificarse debido que los derechos de propiedad son lo único importante, y algunos derechos de propiedad resultan más valiosos que otros.

Esto, naturalmente, crea tensiones sociales y políticas. La gente suele creer que le corresponden más derechos (y una mayor variedad de ellos) de los que se desprenden de la mera propiedad. Predomina entonces la desilusión frente al mensaje de las últimas décadas, que podríamos resumir de la siguiente manera: «El mercado me lo dio y el mercado me lo quitó: ¡bendito sea el nombre del mercado!»

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