NEW HAVEN – El mejor modo de describir la esencia de la última apuesta política de Washington es “rebaja impositiva disfrazada de reforma tributaria”. Es en gran medida una cuestión política: en concreto, un Congreso republicano urgido de entregar una victoria legislativa a un presidente republicano. Pero las consecuencias serán finalmente económicas; y, obviamente, es probable que sean mucho peores que lo que los políticos están dispuestos a admitir.
Adelantándonos al presidente Donald Trump, la justificación política de las rebajas de impuestos sería que son esenciales para “hacer a Estados Unidos grande otra vez”. Según el argumento, Estados Unidos ha sido sobrecargado de impuestos y engañado por malos tratados comerciales, así que necesita un alivio impositivo para revivir su competitividad extraordinaria.
Pero pese al discurso político de que la medida beneficiará a las sobreexigidas familias estadounidenses de clase media, el destinatario evidente de esta iniciativa son las corporaciones; la propuesta legislativa busca reducir el tipo impositivo que pagan, de 35% a 20%. No importa que las empresas estadounidenses estén pagando un impuesto de sociedades efectivo sorprendentemente bajo (apenas el 22%) en comparación con cifras del período posterior a la Segunda Guerra Mundial.
NEW HAVEN – El mejor modo de describir la esencia de la última apuesta política de Washington es “rebaja impositiva disfrazada de reforma tributaria”. Es en gran medida una cuestión política: en concreto, un Congreso republicano urgido de entregar una victoria legislativa a un presidente republicano. Pero las consecuencias serán finalmente económicas; y, obviamente, es probable que sean mucho peores que lo que los políticos están dispuestos a admitir.
Adelantándonos al presidente Donald Trump, la justificación política de las rebajas de impuestos sería que son esenciales para “hacer a Estados Unidos grande otra vez”. Según el argumento, Estados Unidos ha sido sobrecargado de impuestos y engañado por malos tratados comerciales, así que necesita un alivio impositivo para revivir su competitividad extraordinaria.
Pero pese al discurso político de que la medida beneficiará a las sobreexigidas familias estadounidenses de clase media, el destinatario evidente de esta iniciativa son las corporaciones; la propuesta legislativa busca reducir el tipo impositivo que pagan, de 35% a 20%. No importa que las empresas estadounidenses estén pagando un impuesto de sociedades efectivo sorprendentemente bajo (apenas el 22%) en comparación con cifras del período posterior a la Segunda Guerra Mundial.