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Una Rusia debilitada significa mayor riesgo

BERLÍN – La guerra sin sentido de Rusia en Ucrania se viene librando por casi ya un año y medio, y la naturaleza criminal fundamental de dicho cometido no ha cambiado. Una gran potencia nuclear quiere negar a su vecino, una “nación hermana”, su previamente reconocido derecho a existir. El presidente ruso, Vladimir Putin, ha optado por una guerra de conquista como medio para ello. Si Putin logra el fin que desea, Ucrania se incorporará a Rusia, desapareciendo como un Estado soberano independiente.

Pero con cada semana que pasa, hay más pruebas que sugieren que sus cálculos han fracasado. Lejos de brindar una victoria rápida, la “operación militar especial” de Putin se ha convertido en una ardua y sangrienta lucha que Rusia bien podría perder. Aunque, sin lugar a dudas, esta guerra ha impuesto muchos sacrificios a Ucrania, también ha creado costos para los rusos comunes y corrientes.

La gravedad del embrollo que el Kremlin ha creado para sí mismo se hizo completamente evidente a finales de junio, cuando Yevgeny Prigozhin y sus mercenarios del Grupo Wagner desafiaron directamente a los altos mandos. El intento de golpe de Prigozhin se prolongó durante muchas horas ante la mirada de todo el mundo, y sus fuerzas Wagner incluso llegaron a capturar la ciudad rusa de Rostov-on-Don, que es el cuartel general del distrito militar del sur del ejército ruso. Desde allí, las fuerzas de Prigozhin, que incluían tanques, marcharon con dirección a Moscú, y llegaron a menos de 200 kilómetros (124 millas) de dicho destino.

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