PARÍS – Las ideas iluministas de racionalismo científico y dominio tecnológico nos han dejado al borde de un abismo. A menos que abracemos una nueva Ilustración (una que ponga en el centro la ecología y la ética del cuidado, care) no tendremos salvación.
La Ilustración que echó raíces en la Europa del siglo XVIII descartó las viejas normas y planteó la promesa de un futuro ilimitado. Los individuos se convencieron de que eran libres para hacerse cargo de sus destinos y emanciparse de las ataduras de la religión, la tradición y la naturaleza. La racionalidad iba a liberarlos del prejuicio y de la escasez, y daría paso a un nuevo mundo de paz, abundancia, igualdad y derechos humanos universales.
La experiencia del siglo XX hace pensar que esa visión (por más que sea loable en muchos aspectos) es profundamente defectuosa y responsable hasta cierto punto de un historial de deterioro medioambiental y asesinato a escala industrial. Y la lógica destructiva del falso dualismo entre hombre y naturaleza sigue poniendo en riesgo nuestra civilización.
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After years in the political wilderness, the UK Labour Party is now far ahead in opinion polls, with sensible plans for improving the country's economic performance. But to translate promises into results, any future government will have to do something about the elephant in the room: chronic under-investment.
explains what it will take for any political party to restore hope in the country's long-term economic future.
For the US, Slovakia's general election may produce another unreliable allied government. But instead of turning a blind eye to such allies, as President Joe Biden has been doing with Poland, or confronting them with an uncompromising stance, the US should spearhead efforts to help mend flawed democracies.
reflect on the outcome of Slovakia's general election in the run-up to Poland's decisive vote.
PARÍS – Las ideas iluministas de racionalismo científico y dominio tecnológico nos han dejado al borde de un abismo. A menos que abracemos una nueva Ilustración (una que ponga en el centro la ecología y la ética del cuidado, care) no tendremos salvación.
La Ilustración que echó raíces en la Europa del siglo XVIII descartó las viejas normas y planteó la promesa de un futuro ilimitado. Los individuos se convencieron de que eran libres para hacerse cargo de sus destinos y emanciparse de las ataduras de la religión, la tradición y la naturaleza. La racionalidad iba a liberarlos del prejuicio y de la escasez, y daría paso a un nuevo mundo de paz, abundancia, igualdad y derechos humanos universales.
La experiencia del siglo XX hace pensar que esa visión (por más que sea loable en muchos aspectos) es profundamente defectuosa y responsable hasta cierto punto de un historial de deterioro medioambiental y asesinato a escala industrial. Y la lógica destructiva del falso dualismo entre hombre y naturaleza sigue poniendo en riesgo nuestra civilización.
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