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La protección de la propiedad de la tierra en África

WASHINGTON, DC – Hace poco, la presidenta de Liberia y premio Nobel de la Paz Ellen Johnson Sirleafadvirtió de que África no podrá escapar de la pobreza, el hambre y la inanición hasta que los gobiernos garanticen a los pequeños agricultores la propiedad de sus tierras. Al hacerlo, hablaba desde la experiencia, personal y política.

Sirleaf y su diminuto país del oeste de África son ejemplos perfectos del enorme costo que la falta de protección del derecho sobre la tierra supone para las personas, las comunidades y los países. Las disputas por la propiedad de la tierra fueron factor importante de los catorce años de sangrienta guerra civil en Liberia. Y la superposición de reclamos de propiedad sigue fomentando el conflicto y obstaculizando la inversión extranjera. Ni siquiera la presidenta está a salvo: una parcela de una hectárea y media que Sirleaf compró en 1979 fue invadida por ocupantes ilegales que se instalaron allí por años.

Historias como estas se oyen en todo el continente. Según el Banco Mundial, más del 90% de los terrenos rurales africanos está indocumentado. La superposición e incoherencia de los sistemas de gestión de la tierra es norma; también lo es que los registros de terrenos sean inaccesibles, desactualizados, incompletos, inexactos o inexistentes. Esta disfuncionalidad ha tenido un costo indudable para los gobiernos africanos, en la forma de pérdidas millonarias de inversión extranjera; pero los perjudicados más directos han sido los agricultores africanos.

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