badre29_Andriy OnufriyenkoGetty Images_AIhuman Andriy Onufriyenko/Getty Images

Cómo democratizar la IA

PARÍS – El veloz avance de la inteligencia artificial inspira asombro y temor a un mismo tiempo. Muchos la ven como objeto de maravilla y pavor (un stupor mundi, tomando prestada una frase latina), y otros creen que puede ser una fuerza benévola de salvación (un salvator mundi). Pero tanto si la consideramos milagrosa o meramente útil, subsiste la pregunta: ¿cómo podemos asegurar que sus beneficios estén al alcance de todos?

Para responderla, necesitamos comprender la IA con todos sus matices, lo cual implica evitar una serie de visiones simplistas: el funcionalismo, según el cual los seres humanos deben adaptarse y mejorarse para estar a la altura del avance tecnológico; el sensacionalismo, que describe a la IA como una amenaza existencial; el cinismo, en el que se busca explotar la IA en provecho propio; y el fatalismo, que implica la resignación ante el ascenso inevitable de la IA.

Lo que todas estas miradas pasan por alto es que el futuro no está predeterminado. Adoptar el principio de verum factum (el saber mediante el hacer) es crucial para desarrollar una comprensión más profunda de las capacidades y consecuencias de la IA.

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