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El multilateralismo y el sector privado

BRUSELAS – En una era mediada por la tecnología avanzada, es fácil olvidar que los seres humanos (y la vida misma) dependen enteramente de las frágiles condiciones planetarias. Frente a una lista creciente de amenazas graves y acaso existenciales, lo dicho es una verdad básica con la que deberíamos volver a familiarizarnos. El cambio climático, la escasez de suministros críticos, la pérdida de biodiversidad y pandemias devastadoras exponen como nunca antes las vulnerabilidades de nuestras sociedades.

Ningún país podrá huir de estos desafíos o resolverlos solo. Si en los buenos tiempos la cooperación multilateral ya es difícil, en los malos es esencial. Es en momentos de crisis cuando tenemos que trascender el interés estrecho y reforzar la cooperación, la coordinación de recursos y la mejora en la toma e implementación de decisiones colectivas.

Las reuniones que mantendrá este mes el G20 en Indonesia llegan en uno de esos momentos. La guerra de Rusia en Ucrania, las sequías y otros factores han llevado a que millones de personas en todo el mundo enfrenten una escasez crítica de alimentos y energía, en simultáneo con olas de calor récord en Europa, China, el sur de Asia y otras partes del mundo. Sin una acción global concertada, estas crisis pueden convertirse fácilmente en desastres humanitarios a gran escala.

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