Activists protest outside the Capitol as the Senate holds a second day of voting on health care legislation Bill Clark/CQ Roll Call/Getty Images

Superar la miopía democrática

NUEVA YORK – A pesar de los indicadores positivos, la economía global sigue plagada de riesgos. Y como prácticamente cada uno de esos riesgos surge de desafíos estructurales, mitigarlos exigirá que los líderes piensen en el largo plazo. Desafortunadamente, no es algo que se vea demasiado hoy en día, particularmente en las democracias del mundo.

El problema reside en la desconexión entre los ciclos políticos y económicos. Un ciclo económico normal dura 5-7 años. Pero, según el McKinsey Global Institute, el mandato promedio de un líder político del G-20 ha caído a un mínimo récord de 3,7 años (comparado con seis años en 1946). Centrados en ganar la próxima elección, los políticos suelen implementar políticas que aportarán recompensas de corto plazo, aún a costa de un crecimiento o estabilidad de largo plazo.

Esta postura se ve ejemplificada en los crecientes déficits fiscales. En Estados Unidos, según la Oficina de Presupuesto del Congreso, el déficit presupuestario va camino a triplicarse en los próximos 30 años, de 2,9% del PIB en 2017 a 9,8% en 2047, debido a los efectos de los recortes impositivos y otras medidas en contra del presupuesto que fueron implementadas para seducir a los votantes (o, igualmente importante, para tranquilizar a los donantes). Esto mina la capacidad del gobierno para hacer inversiones con visión de futuro en áreas como la educación y la infraestructura.

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