yao20_TATAN SYUFLANAPOOLAFP via Getty Images_yellenchina Tatan Syuflana/POOL/AFP via Getty Images

Cómo resolver el problema de sobrecapacidad de China

BEIJING – Durante su reciente visita a Beijing, la secretaria de Estado norteamericana, Janet Yellen, criticó a sus contrapartes chinos diciendo que los subsidios gubernamentales de China han generado una sobrecapacidad en sectores cruciales como la energía alternativa y los vehículos eléctricos (VE). Esto, sostuvo, les ofrece a las empresas chinas ventajas de costos injustas que les permiten ser más competitivas que las empresas norteamericanas. Pero si bien Yellen estaba en lo correcto al señalar el problema de la sobrecapacidad de China, su afirmación de que los subsidios gubernamentales son la causa principal es un error. 

Para la gente china de mi generación, el salto de la escasez a la abundancia en los últimos 40 años ha sido un sueño hecho realidad. Hasta comienzos de los años 1990, todo en China estaba racionado; hoy en día, es difícil encontrar algo a lo que no se pueda acceder fácilmente.

La experiencia de China no es única. Japón pasó por una transformación similar después de la Segunda Guerra Mundial, en tanto décadas de crecimiento liderado por las exportaciones le permitieron al país reconstruir y desarrollar su industria. Pero el colapso del sistema de Bretton Woods en 1971, seguido por los shocks petroleros de esa década, obligaron a las empresas japonesas a centrarse en el crecimiento doméstico liderado por el consumo. Ese giro rápidamente resultó en un exceso de capacidad y provocó numerosas disputas comerciales entre Estados Unidos y Japón a lo largo de los años 1980.

La dimensión del problema de sobrecapacidad de China se ha tornado cada vez más evidente en los últimos años. Si bien la economía china representa el 17% del PIB global, produce el 35% de la producción industrial del mundo. Las exportaciones, históricamente, han compensado este desequilibrio, pero frente a la caída de la demanda global y a la agudización de las tensiones geopolíticas, los exportadores chinos, cada vez más, se ven obligados a competir con los precios.

En la raíz de la enorme capacidad industrial de China está su sociedad obsesionada por el ahorro. A pesar de crear un estado fuerte hace 2.000 años, los chinos mantienen un sentimiento fuerte de autosuficiencia, especialmente en los tiempos difíciles. En lugar de depender del gobierno para establecer una red de seguridad adecuada, ahorran por su cuenta como una salvaguarda contra cualquier adversidad futura.

Los responsables de las políticas en China comparten esta visión, según quedó evidenciado en su respuesta a la desaceleración económica en curso. En general se sabe que la recuperación aletargada de la economía luego de la crisis del COVID-19 es producto de una demanda doméstica insuficiente. Pero la estrategia de las autoridades ha sido limitar el endeudamiento de los gobiernos locales y ordenar controles presupuestarios más estrictos.

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Impulsada por un crecimiento explosivo de las exportaciones, la tasa de ahorros nacionales de China subió de aproximadamente el 35% a fines de los años 1990 al 52% en 2010. Si bien ha disminuido desde entonces, todavía se encuentra en el 45%, lo que implica ahorros anuales de alrededor de 57 billones de yuanes (7,9 billones de dólares). Más allá de una porción menor asignada a activos extranjeros, estos ahorros alimentan la inversión doméstica, sentando las bases para la actual sobrecapacidad de la economía.

El problema se ve exacerbado por la falta de un mercado de capitales vibrante capaz de direccionar los ahorros hacia empresas impulsadas por la innovación. Las finanzas bancarias dominan el 70% del financiamiento social total de China y los bancos son reacios a respaldar a empresas innovadoras. Debido a un respaldo insuficiente del mercado de capitales, la inversión tiende a estar concentrada en unas pocas industrias de alta tecnología con un potencial de mercado prometedor, como la energía alternativa, los VE y la inteligencia artificial, lo que conduce a un exceso de capacidad en estos sectores.

¿Cómo puede resolver China su problema de sobrecapacidad? La solución aparentemente obvia es aumentar la demanda interna; sin embargo, esto exige cambiar el comportamiento de la población frente al ahorro, lo que llevaría tiempo. Por otra parte, dada su aversión a endeudarse, cuesta creer que el gobierno vaya a impulsar su gasto.

La única solución posible es que las empresas chinas inviertan en el extranjero. Esta estrategia podría mitigar el problema de sobrecapacidad de China y, al mismo tiempo, respaldar el desarrollo industrial en los países receptores. Las inversiones de China en el exterior abarcan un amplio rango de tecnologías, desde productos intensivos en mano de obra hasta tecnologías avanzadas como paneles solares, baterías y VE, lo que las torna adecuadas para países en diversas etapas de desarrollo.

En particular, Estados Unidos debería recibir con beneplácito la inversión china. Por empezar, esto podría aliviar las tensiones económicas entre los dos países. En los años 1980, Japón evitó un potencial enfrentamiento con Estados Unidos al decidir invertir fuertemente en la industria automotriz norteamericana.

De la misma manera, la inversión china podría respaldar los esfuerzos de reindustrialización de Estados Unidos. Esto es particularmente importante, dada la estrategia fallida del presidente norteamericano, Joe Biden, que subsidia a sectores en los que las empresas estadounidenses están en una clara desventaja en comparación con sus competidores chinos, como la energía alternativa, las baterías y los VE. Desafortunadamente, el clima político actual impide a los responsables de las políticas en Estados Unidos pensar de manera racional sobre esta cuestión. Sin embargo, tarde o temprano, se tornará evidente que, inclusive con subsidios gubernamentales importantes, las empresas norteamericanas no pueden ser más competitivas que sus rivales chinas en estos sectores.

En la era de la posglobalización, los gobiernos en todo el mundo han dejado de lado las críticas tradicionales de la política industrial. Pero qué constituye una política industrial efectiva es algo que sigue abierto al debate. En términos de bienestar global, la mejor estrategia es que los países subsidien a aquellos sectores donde ya han desarrollado, o probablemente desarrollen, una ventaja comparativa, y luego comercien con países que se especialicen en tecnologías complementarias.

Lamentablemente, las mayores tensiones geopolíticas han desplazado a muchos países, entre ellos Estados Unidos y China, de la ruta ideal. Dadas las potenciales repercusiones globales del desacople sino-norteamericano, corresponde que ambos países tomen la delantera y trabajen juntos para lograr que la economía mundial vuelva a transitar por buen camino.

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