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¿Qué estrategia deberían adoptar los inversores nerviosos frente a China?

LONDRES – La creciente rivalidad sino-norteamericana y los temores más generalizados sobre la economía de China han hecho que las empresas occidentales reevalúen sus operaciones allí -y con razón-. Frente a la incertidumbre en torno a las políticas económicas y a las intenciones geopolíticas del presidente Xi Jinping, tal vez haya llegado la hora de que los inversores y los líderes corporativos consideren reducir su exposición a los activos y a los mercados chinos.

Los acontecimientos del pasado año, particularmente la reticencia tenaz de Xi a aliviar su política estricta de COVID cero y su confirmación como el primer presidente de China en gobernar durante tres mandatos, han espantado a los inversores globales. De la misma manera, la agenda de “prosperidad común” de Xi, que apunta a redistribuir la riqueza de los ricos a los pobres y a controlar a la nueva élite empresarial del país, ha sido considerada perjudicial para las empresas y para la actividad económica.

Como parte de su campaña de prosperidad común, Xi prometió que las autoridades “regularían razonablemente los ingresos excesivamente altos y alentarían a la gente y a las empresas de altos ingresos a devolver más a la sociedad”. Con este tipo de retórica, no sorprende que el mercado bursátil de China haya caído aproximadamente el 20% el año pasado. Las políticas de China también han provocado enormes salidas de capital y una venta acelerada de acciones chinas. Según el Instituto de Finanzas Internacionales, los inversores retiraron 7.600 millones de dólares del mercado bursátil chino el mes pasado, además de 1.200 millones de dólares del mercado de bonos.

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