Xi Jinping Xinhua News Agency/Getty Images

Lo que de verdad quiere Xi Jinping

BEIJING – La mayor parte de la prensa occidental presentó el reciente 19.º Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCC) como un mero ejercicio de poder en el que el presidente Xi Jinping fortaleció su posición. Pero en este caso, la acumulación de capital político es un medio para un fin. El fin que busca Xi es una transición fluida hacia la modernidad, que cimiente la autoridad del PCC a largo plazo, y preserve su propio legado como líder más importante de la China moderna.

Xi sabe que la prosperidad futura de China en un mundo que cambia a pasos acelerados lo obliga a guiar con destreza una gran transformación social y económica, mejorando al mismo tiempo (y sobre todo) la gobernanza pública. Y para garantizar la supervivencia a largo plazo del sistema unipartidista de China, debe reformar las instituciones del Estado y del Partido; de hecho, la reforma política es, para Xi, prerrequisito de la reforma económica. (Pero al mismo tiempo, se cuidará de repetir los errores que le achaca al último presidente soviético, Mikhail Gorbachev.)

El motivo de Xi para la modernización no es (como muchos en Occidente dedujeron erradamente) convertir a China en una superpotencia a la par de Estados Unidos; por el contrario, considera que el desafío que enfrenta y la misión que debe cumplir son ante todo en el plano interno. Su motivador es saber que si triunfa en este campo, tendrá asegurado un lugar en la historia. Eso, no cuánta autoridad ejerce, es su inquietud principal. Suponer otra cosa es subestimar a Xi (y a su ingenio político).

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