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¿Se puede regular la ciberguerra?

CAMBRIDGE – Que un conflicto se salga o no de control depende de la capacidad para comprender la escala de las hostilidades y comunicarse en relación con ella. Por desgracia, cuando se trata de conflictos cibernéticos, no hay un acuerdo respecto de su escala o de cómo se relacionan con las medidas militares tradicionales. Lo que algunos consideran un juego o batalla aceptables de común acuerdo puede no parecerle lo mismo al otro lado.

Hace un decenio, Estados Unidos usó acciones de cibersabotaje en vez de bombas para destruir instalaciones iraníes de enriquecimiento de uranio. Irán respondió con ciberataques que destruyeron 30 000 computadoras de Saudi Aramco y afectaron a bancos estadounidenses. En junio de este año, tras la imposición de paralizantes sanciones por parte del gobierno del presidente estadounidense Donald Trump, Irán derribó un vehículo aéreo no tripulado (dron) estadounidense de vigilancia; la acción no provocó bajas. Al principio Trump planeó responder con un ataque misilístico, pero lo canceló a último momento y optó por un ciberataque que destruyó una base de datos clave que usa el ejército iraní en sus acciones contra buques petroleros. Una vez más, hubo costos, pero no bajas. A continuación Irán ejecutó (en forma directa o indirecta) un elaborado ataque con drones y misiles crucero contra dos importantes instalaciones petroleras sauditas. Si bien parece que no hubo víctimas mortales (tal vez sí heridos), el ataque supone un considerable aumento de los costos y los riesgos.

El problema de las percepciones y del control de una escalada no es nuevo. En agosto de 1914, las grandes potencias europeas esperaban que la “Tercera Guerra de los Balcanes” sería breve y contundente, y que las tropas desplegadas estarían en casa para Navidad. Tras el asesinato del archiduque de Austria en junio, el Imperio Austrohúngaro quería castigar a Serbia, y Alemania prefirió dar a su aliado austríaco un cheque en blanco antes que verlo humillado. Pero cuando el káiser volvió de sus vacaciones a fines de julio y descubrió lo que había hecho Austria con el cheque, ya era demasiado tarde para sus intentos de desescalada. Aun así, confiaba en obtener la victoria, y casi lo logra.

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