smitchell1_ Demetrius FreemanThe Washington Post via Getty Images_competition antitrust Demetrius Freeman/The Washington Post via Getty Images

¿Se está acabando la fiebre de las fusiones en Estados Unidos?

WASHINGTON, DC – En el verano de 1982, el gobierno de los Estados Unidos envió una carta de amor a las empresas estadounidenses. El principal funcionario antimonopolio del presidente Ronald Reagan, William Baxter, no ocultó su deseo de usar su cargo para ayudar a las grandes empresas del país y emitió las nuevas pautas de fusión del Departamento de Justicia, instruyendo al personal sobre cómo determinar si una fusión violaba las leyes antimonopolio y si debería ser bloqueada. Las nuevas reglas de Baxter dejaron claro a las grandes empresas que las agencias federales ya no limitarían su capacidad para acumular poder. Esto dio inicio a una era de consolidación corporativa casi sin restricciones.

Las pautas de fusión de 1982 fueron similares a las de un golpe. Los funcionarios de Reagan estaban ansiosos por desmantelar las sólidas leyes antimonopolio de Estados Unidos, pero sabían que no podían persuadir al Congreso para que lo hiciera. Al emitir un conjunto de directrices que pretendían interpretar la ley, consiguieron reescribirla de manera efectiva. La Ley Anti-Fusiones de 1950 ordenó a las agencias antimonopolio y a los tribunales que bloquearan cualquier fusión que “pudiera” reducir sustancialmente la competencia. Alarmados por el papel que habían jugado los monopolios en el ascenso del fascismo alemán, los legisladores buscaron salvaguardar la democracia estadounidense de los efectos corrosivos de la concentración económica. Pero Baxter hizo a un lado esta ley y emitió pautas que acogieron con beneplácito la consolidación, declarando que "las fusiones generalmente juegan un papel importante en una economía de libre empresa".

La estratagema funcionó. Los jueces comenzaron a confiar más en las pautas que en los estatutos reales, dando luz verde a numerosas fusiones corporativas problemáticas y dificultando cada vez más que los reguladores redujeran los abusos monopólicos. En lugar de desafiar esta subversión de las leyes antimonopolio, las administraciones demócratas adoptaron la lógica neoliberal de "más grande es mejor" e incluso la llevaron más lejos. La revisión más reciente de las pautas de fusión, implementada bajo la presidencia de Barack Obama en 2010, elevó los umbrales para la concentración del mercado, lo que permitió que una gama aún más amplia de fusiones escapara al escrutinio.

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