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“Estados Unidos en primer lugar” despierta a la Unión Europea

BRUSELAS – El presidente estadounidense Donald Trump ha estado en el cargo por menos de un año, pero en ese corto tiempo ya ha puesto a prueba las relaciones entre Europa y Estados Unidos. Ya sea que las mismas sean concernientes a temas de defensa y cooperación de seguridad dentro de la OTAN, relaciones comerciales, cooperación vinculada a desafíos globales, como por ejemplo el cambio climático, o participación en organismos, como el G7 o el G20, es prácticamente imposible encontrar un área en la que las relaciones no hayan sido adversamente afectada por criterio maligno de Trump.

Durante más de un siglo, la asociación transatlántica ha sido fundamental para la política exterior de Estados Unidos. En este momento en el cual los desafíos clave que enfrentamos – que van desde el terrorismo hasta el cambio climático y la migración masiva – se extienden mucho más allá de las fronteras nacionales, dicha cooperación es más importante que nunca.

No obstante, el enfoque de Trump “Estados Unidos en primer lugar”, junto con su estilo errático de liderazgo, están socavando las alianzas y los acuerdos mutuos en los que se ha basado durante mucho tiempo la cooperación transatlántica – y, de hecho, la cooperación a nivel mundial. La doctrina de Trump podría complacer a sus electores incondicionales, pero no explica ni siquiera los principios y mecanismos más básicos de política internacional.

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