NUEVA YORK – Mientras se acerca 2020, los aranceles estadounidenses sobre los productos chinos han alcanzado niveles que no se veían desde la Ley Estadounidense de Aranceles Smoot-Hawley de 1930, cuyo papel fue clave para exacerbar la Gran Depresión. Una de las principales quejas del presidente estadounidense Donald Trump es el incumplimiento de China de los derechos de propiedad intelectual (PI). Trump y sus asesores comerciales acusan regularmente a China de robar las invenciones, los diseños y otras formas de PI de EE. UU. sin compensación y muchos en los medios repiten estas acusaciones como una cuestión de rutina.
Solía ocurrir que uno podía caminar por la calle en Vietnam, India o México y encontrar fácilmente películas extranjeras y música pirateadas en DVD y CD. Ahora que todo es digital, la piratería es menos visible para los turistas, aunque probablemente no sea menos endémica que antes. En todo caso, las protecciones de la PI son más débiles en los países en desarrollo que en los ricos. La cuestión, entonces, es si la trayectoria de PI de China es mejor o peor que la esperable para su nivel de ingresos.
Como datos sistemáticos sobre estos temas, examinamos los pagos salientes de los países por regalías y licencias de patentes extranjeras, derechos y otros cargos por el uso de la PI, que se incluyen en las estadísticas de la balanza de pagos compiladas por el Fondo Monetario Internacional. Estos datos revelan que el nivel de ingresos de un país y sus pagos por PI están estrechamente vinculados, con una clara relación lineal positiva (tomando ambos en escala logarítmica). Como muestra el siguiente gráfico, un aumento del 1 % en el ingreso per cápita está asociado con un aumento del 1,85 % en los pagos per cápita por PI, en promedio. La implicación es que, a medida que un país se enriquece —y su economía se torna tecnológicamente más sofisticada e intensiva en capital— su régimen de protección de la PI tiende a fortalecerse. (Recordemos que Estados Unidos fue acusado de violar la PI británica en el siglo XIX).
NUEVA YORK – Mientras se acerca 2020, los aranceles estadounidenses sobre los productos chinos han alcanzado niveles que no se veían desde la Ley Estadounidense de Aranceles Smoot-Hawley de 1930, cuyo papel fue clave para exacerbar la Gran Depresión. Una de las principales quejas del presidente estadounidense Donald Trump es el incumplimiento de China de los derechos de propiedad intelectual (PI). Trump y sus asesores comerciales acusan regularmente a China de robar las invenciones, los diseños y otras formas de PI de EE. UU. sin compensación y muchos en los medios repiten estas acusaciones como una cuestión de rutina.
Solía ocurrir que uno podía caminar por la calle en Vietnam, India o México y encontrar fácilmente películas extranjeras y música pirateadas en DVD y CD. Ahora que todo es digital, la piratería es menos visible para los turistas, aunque probablemente no sea menos endémica que antes. En todo caso, las protecciones de la PI son más débiles en los países en desarrollo que en los ricos. La cuestión, entonces, es si la trayectoria de PI de China es mejor o peor que la esperable para su nivel de ingresos.
Como datos sistemáticos sobre estos temas, examinamos los pagos salientes de los países por regalías y licencias de patentes extranjeras, derechos y otros cargos por el uso de la PI, que se incluyen en las estadísticas de la balanza de pagos compiladas por el Fondo Monetario Internacional. Estos datos revelan que el nivel de ingresos de un país y sus pagos por PI están estrechamente vinculados, con una clara relación lineal positiva (tomando ambos en escala logarítmica). Como muestra el siguiente gráfico, un aumento del 1 % en el ingreso per cápita está asociado con un aumento del 1,85 % en los pagos per cápita por PI, en promedio. La implicación es que, a medida que un país se enriquece —y su economía se torna tecnológicamente más sofisticada e intensiva en capital— su régimen de protección de la PI tiende a fortalecerse. (Recordemos que Estados Unidos fue acusado de violar la PI británica en el siglo XIX).