BRUSELAS – La elección de Joe Biden como próximo presidente de los Estados Unidos ha suscitado esperanzas en Europa de que la relación transatlántica vuelva a encarrilarse. Pero no hemos de contentarnos con una simple vuelta al pasado. Frente a tantos desafíos nacionales e internacionales, los Estados Unidos solo valorarán la relación transatlántica en la medida en que aporte un valor real. Y una Europa más fuerte, que asuma más responsabilidades globales, puede garantizar que así sea.
Se ha hablado mucho de lograr la «autonomía estratégica europea», pero ¿qué significa esto en la práctica? La autonomía no debería suponer una total independencia o aislamiento del resto del mundo, sino más bien la capacidad de pensar por nosotros mismos y de actuar de acuerdo con nuestros propios valores e intereses. La Unión Europea necesita lograr este tipo de autonomía, reforzando al mismo tiempo nuestras alianzas y preservando nuestro compromiso con el multilateralismo.
La UE se enfrenta a graves retos estratégicos en un contexto internacional tan polarizado como el actual, en el que están aumentando las rivalidades geopolíticas y la competencia entre grandes potencias. Esta es la razón por la que, como afirmó en una ocasión con contundencia la canciller alemana, Angela Merkel, «los europeos tenemos realmente que tomar las riendas de nuestro propio destino».
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Sergei Guriev
assesses the strength of the Russian president’s grip on power, predicts that Xi Jinping’s embrace of personalist rule will lead to policy missteps, urges the West to pursue a strategy of “adversarial engagement” toward modern dictators, and more.
Artificial intelligence is being designed and deployed by corporate America in ways that will disempower and displace workers and degrade the consumer experience, ultimately disappointing most investors. Yet economic history shows that it does not have to be this way.
worry that the technology will be deployed to replace, rather than empower, humans.
Amid labor-supply constraints and economic shocks, the case for productivity-boosting interventions is clear. Unless US policymakers use a combination of investment and incentives to reverse negative productivity trends, the US will achieve modest growth, at best.
urge policymakers to pursue interventions aimed at reducing supply constraints in the non-tradable sector.
BRUSELAS – La elección de Joe Biden como próximo presidente de los Estados Unidos ha suscitado esperanzas en Europa de que la relación transatlántica vuelva a encarrilarse. Pero no hemos de contentarnos con una simple vuelta al pasado. Frente a tantos desafíos nacionales e internacionales, los Estados Unidos solo valorarán la relación transatlántica en la medida en que aporte un valor real. Y una Europa más fuerte, que asuma más responsabilidades globales, puede garantizar que así sea.
Se ha hablado mucho de lograr la «autonomía estratégica europea», pero ¿qué significa esto en la práctica? La autonomía no debería suponer una total independencia o aislamiento del resto del mundo, sino más bien la capacidad de pensar por nosotros mismos y de actuar de acuerdo con nuestros propios valores e intereses. La Unión Europea necesita lograr este tipo de autonomía, reforzando al mismo tiempo nuestras alianzas y preservando nuestro compromiso con el multilateralismo.
La UE se enfrenta a graves retos estratégicos en un contexto internacional tan polarizado como el actual, en el que están aumentando las rivalidades geopolíticas y la competencia entre grandes potencias. Esta es la razón por la que, como afirmó en una ocasión con contundencia la canciller alemana, Angela Merkel, «los europeos tenemos realmente que tomar las riendas de nuestro propio destino».
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