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La autocomplacencia estratégica no es una opción para Europa

BRUSELAS – La elección de Joe Biden como próximo presidente de los Estados Unidos ha suscitado esperanzas en Europa de que la relación transatlántica vuelva a encarrilarse. Pero no hemos de contentarnos con una simple vuelta al pasado. Frente a tantos desafíos nacionales e internacionales, los Estados Unidos solo valorarán la relación transatlántica en la medida en que aporte un valor real. Y una Europa más fuerte, que asuma más responsabilidades globales, puede garantizar que así sea.

Se ha hablado mucho de lograr la «autonomía estratégica europea», pero ¿qué significa esto en la práctica? La autonomía no debería suponer una total independencia o aislamiento del resto del mundo, sino más bien la capacidad de pensar por nosotros mismos y de actuar de acuerdo con nuestros propios valores e intereses. La Unión Europea necesita lograr este tipo de autonomía, reforzando al mismo tiempo nuestras alianzas y preservando nuestro compromiso con el multilateralismo.

La UE se enfrenta a graves retos estratégicos en un contexto internacional tan polarizado como el actual, en el que están aumentando las rivalidades geopolíticas y la competencia entre grandes potencias. Esta es la razón por la que, como afirmó en una ocasión con contundencia la canciller alemana, Angela Merkel, «los europeos tenemos realmente que tomar las riendas de nuestro propio destino».

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