CAMBRIDGE – El 16 de julio se celebró un plebiscito en Venezuela, organizado apresuradamente por la Asamblea Nacional, en la cual la oposición tiene mayoría. Su objetivo era rechazar el llamado del presidente Nicolás Maduro a formar una Asamblea Nacional Constituyente. En este evento, más de 720.000 venezolanos votaron en el exterior. En la elección presidencial de 2013, solamente lo hicieron 62.311. Cuatro días antes del referendo, 2.117 postulantes rindieron el examen para obtener su licencia médica en Chile. De estos, casi 800 eran venezolanos. Y el sábado 22 de julio, se reabrió la frontera con Colombia. En un solo día, 35.000 venezolanos cruzaron el estrecho puente entre los dos países para adquirir alimentos y medicamentos.
Es evidente que los venezolanos quieren escapar, y no es difícil entender por qué. En todo el mundo los medios de comunicación han estado informando acerca de Venezuela, documentando situaciones verdaderamente terribles, con imágenes de hambre, desesperación e ira. La cubierta de la revista The Economist del 29 de julio lo resume así: "Venezuela en caos".
Pero, ¿se trata simplemente de otra aguda recesión cualquiera o de algo más grave?
With the passing of Prince Philip on April 9, the United Kingdom may have lost its last exponent of the stoic attitude that has defined so much of its modern history. Nonetheless, other cultures have picked up the baton, and modern society will always have a need for those who excel at keeping calm and carrying on.
wonder if Prince Philip's signature stoicism still has a place in contemporary society.
Helen Clark, et al.
urge the US administration to support waiving intellectual property rights in order to scale up global COVID-19 vaccination efforts.
Even in a crisis as grave as the COVID-19 pandemic, money is not a panacea, and borrowing makes sense only if it is carried out prudently and reasonably. Otherwise, states will jeopardize their long-term financial flexibility, price stability, and competitiveness.
worries that monetization of pandemic-related government borrowing will boost inflation and erode competitiveness.
CAMBRIDGE – El 16 de julio se celebró un plebiscito en Venezuela, organizado apresuradamente por la Asamblea Nacional, en la cual la oposición tiene mayoría. Su objetivo era rechazar el llamado del presidente Nicolás Maduro a formar una Asamblea Nacional Constituyente. En este evento, más de 720.000 venezolanos votaron en el exterior. En la elección presidencial de 2013, solamente lo hicieron 62.311. Cuatro días antes del referendo, 2.117 postulantes rindieron el examen para obtener su licencia médica en Chile. De estos, casi 800 eran venezolanos. Y el sábado 22 de julio, se reabrió la frontera con Colombia. En un solo día, 35.000 venezolanos cruzaron el estrecho puente entre los dos países para adquirir alimentos y medicamentos.
Es evidente que los venezolanos quieren escapar, y no es difícil entender por qué. En todo el mundo los medios de comunicación han estado informando acerca de Venezuela, documentando situaciones verdaderamente terribles, con imágenes de hambre, desesperación e ira. La cubierta de la revista The Economist del 29 de julio lo resume así: "Venezuela en caos".
Pero, ¿se trata simplemente de otra aguda recesión cualquiera o de algo más grave?
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