People queue to withdraw money from an ATM in Caracas Federico Parra/Getty Images

El largo y sinuoso camino hacia una quita de deuda

CAMBRIDGE – Los impagos están de vuelta. Aunque estos últimos años las finanzas soberanas lograron atravesar sorprendentemente bien una terrible recesión global y el derrumbe de precios de los commodities, un modelo económico fracasado no puede durar para siempre, y la lenta sangría de las economías de Puerto Rico y Venezuela ha forzado a sus gobiernos a decir “no más” a la devolución de sus deudas.

Hace unos meses Puerto Rico se declaró en bancarrota. En ese momento, el territorio estadounidense asociado debía unos 70 000 millones de dólares, más un pasivo de unos 50 000 millones por pensiones. Así que fue la declaración de bancarrota “municipal” más grande de la historia de Estados Unidos.

La crisis de deuda llegó tras más de un decenio de recesión (el PIB per cápita portorriqueño viene en caída desde 2004), mengua de la recaudación y un sostenido descenso de la población. Para agravar todavía más esta tendencia demográfica, los que dejan Puerto Rico en busca de mejores oportunidades en el territorio continental de Estados Unidos son mucho más jóvenes que la población que se queda. Y en septiembre, en medio de dificultades económicas cada vez peores, el huracán María asestó a la isla y a sus residentes un golpe todavía más devastador, cuyas consecuencias se sentirán por años o tal vez décadas.

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