El Oriente Próximo de Obama

JERUSALÉN- Los planes para Oriente Próximo del Presidente electo Barack Obama, región donde las políticas de su predecesor hicieron trizas en todo el mundo la reputación de Estados Unidos como superpotencia benévola, representan un esperado alejamiento del pomposo propósito del Presidente Bush de corregir los males de la región a través de “caos constructivo”. Lamentablemente, las amplias promesas de Obama podrían resultar siendo igual de poco realistas.

El programa de Obama es apabullante. Incluye el salir de la trampa de Irak y quitar la carga que significa para la política exterior estadounidense, solucionando el enconado conflicto palestino-israelí al tiempo que se enfrenta a los grupos de presión de línea dura de Israel, utilizando el diálogo para poner freno a las ambiciones nucleares de Irán y hacer que Siria abandone su agenda radical –con lo que se disolvería el “eje del mal” de la región (Irán-Siria-Hezbolá-Hamás)- liberando al Líbano del control sirio, y dando impulso a una paz entre Siria e Israel. También a esto se le puede agregar una reorientación del esfuerzo militar de Estados Unidos hacia la guerra en Afganistán.

La magnitud de este programa se debe ver en el contexto del deprimente legado de la región, que está sufriendo un peligroso proceso de “somalización” con una creciente cadena de agentes no estatales, principalmente grupos islámicos radicales que cuestionan la idea del estado casi en todos los países.

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