Obama y el calentamiento global

COPENHAGUE – En una de sus primeras declaraciones sobre políticas públicas como presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama se concentró en el cambio climático, y claramente manifestó sus prioridades y los datos sobre los que descansan estas prioridades. Desafortunadamente, tanto las prioridades como los datos son débiles, o incluso erróneos.

El lineamiento de las políticas de Obama fue presentado a través de un video ante la Cumbre de Gobernadores sobre Calentamiento Global del gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, y fue expuesto nuevamente en Poznan, Polonia, ante los líderes reunidos para dar cuerpo a un mapa de ruta del calentamiento global. De acuerdo con Obama, "pocos desafíos a los que se enfrentan Estados Unidos y el mundo son más urgentes que combatir el cambio climático".

Una declaración de esta naturaleza hoy es de lo más común entre la mayoría de los líderes políticos del mundo, aunque haga poco caso del interrogante sobre cuánto podemos hacer para ayudar a Estados Unidos y al mundo a través de políticas climáticas en oposición a otro tipo de políticas.

Consideremos, por ejemplo, los huracanes en Estados Unidos. Claramente, una política de reducción de las emisiones de CO2 habría tenido cero consecuencias en el impacto devastador de Katrina en Nueva Orleans, donde desde hacía mucho tiempo se esperaba un desastre de este tipo. En el próximo medio siglo, incluso las grandes reducciones en las emisiones de CO2 sólo tendrían un impacto insignificante.

En cambio, las políticas directas para resolver las vulnerabilidades de Nueva Orléans podrían haber evitado el costo gigantesco e innecesario en miseria humana y pérdida económica. Estas políticas deberían haber incluido códigos de edificación más estrictos, políticas de evacuación más inteligentes y una mejor preservación de las zonas húmedas (que podrían haber reducido la ferocidad del huracán). Más importante aún, un foco mayor en la conservación y restauración de los diques podría haberle ahorrado el desastre a toda la ciudad. Quizás estos tipos de acciones preventivas deberían ser la prioridad de Obama.

De la misma manera, consideremos el hambre mundial. Las súplicas para que se emprenda una acción en materia de  cambio climático reflejan los temores de que el calentamiento global pueda socavar la producción agrícola, especialmente en el mundo en desarrollo. Pero los modelos agrícolas/económicos indican que incluso según los cálculos más pesimistas, el calentamiento global reduciría la producción agrícola en apenas el 1,4% para fin de siglo. Dado que la producción agrícola cuanto menos se duplicará en este período, el cambio climático, en el peor de los casos, haría que la producción global de alimentos se duplicara no en 2080 sino en 2081.

Subscribe to PS Digital
PS_Digital_1333x1000_Intro-Offer1

Subscribe to PS Digital

Access every new PS commentary, our entire On Point suite of subscriber-exclusive content – including Longer Reads, Insider Interviews, Big Picture/Big Question, and Say More – and the full PS archive.

Subscribe Now

Es más, implementar el Protocolo de Kyoto a un costo de 180.000 millones de dólares anuales evitaría que dos millones de personas sufran hambre recién para fin de siglo. Sin embargo, con sólo invertir 10.000 millones de dólares anuales, las Naciones Unidas calculan que podríamos ayudar a 229.000 millones de personas hambrientas hoy . Cada vez que la inversión en políticas climáticas salva a una persona del hambre en cien años, la misma cantidad podría haber salvado a 5.000 personas ahora. Sin duda, ésta debería estar entre las principales prioridades de Obama.

Obama luego dijo por qué quiere priorizar las políticas sobre calentamiento global: "La ciencia está más allá de la disputa y los datos son claros. Los niveles del mar están subiendo. Las costas se están achicando. Hemos visto sequías sin precedentes, una propagación del hambre y tormentas que se vuelven cada vez más fuertes con cada temporada de huracanes".

Sí, el calentamiento global es un hecho y la humanidad es en parte responsable, pero estas declaraciones son -aunque elocuentes- gravemente erróneas o engañosas.

Los niveles del mar están subiendo, pero lo vienen haciendo por lo menos desde principios de los años 1800. En la era de las mediciones satelitales, el incremento no se aceleró (a decir verdad, vimos una caída de los niveles del mar en los dos últimos años). Las Naciones Unidas esperan un incremento del nivel del mar de aproximadamente 30 centímetros en el transcurso de este siglo -más o menos lo que vimos en los últimos 150 años.

En ese período, muchas costas crecieron , más notablemente en Holanda, porque los países ricos pueden fácilmente proteger y hasta expandir su territorio. Pero incluso en el caso de la frecuentemente citada Bangladesh, los científicos este año demostraron que el país crece 20 kilómetros cuadrados cada año, porque la sedimentación de los ríos le gana a los crecientes niveles del mar.

De la misma manera, el argumento de Obama sobre las sequías sin precedentes es erróneo, incluso precipitado -Estados Unidos, en todas las estimaciones académicas, se ha vuelto cada vez más húmedo en el transcurso del siglo (siendo la "desertización" de los años 1930 lo que marcó el punto álgido de la sequía). Esto es incluso válido a nivel global en el últimos 50 años, como demuestra uno de los estudios científicos más recientes sobre la humedad real del suelo: "Existe una tendencia al humedecimiento general del suelo global".

Por otra parte, el hambre declinó rápidamente en los últimos 50 años. El principal desvío han sido los dos últimos años de precios récord de los alimentos, causados no por el cambio climático sino por las políticas diseñadas para combatirlo: el brío por el etanol, que puso alimentos en los autos y, en consecuencia, una presión ascendente sobre los precios de los alimentos. El Banco Mundial estima que esta política ha arrojado al hambre a por lo menos 30 millones de personas más. Citar el hambre generado por las políticas implementadas como un argumento para sostener las mismas políticas parece poco razonable, por no decir más.

Para concluir, es lisa y llanamente erróneo decir que las tormentas se vuelven más fuertes con cada temporada de huracanes. Incluso para la cuenca de huracanes del Atlántico, de la que más oímos hablar, la energía total de un huracán (ACE por su sigla en inglés) medida por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos se redujo en dos tercios desde que se fijó el récord en 2005. Para el mundo, esta tendencia ha sido más decisiva: la energía máxima de un huracán se alcanzó en 1994 y se derrumbó en los últimos tres años, mientras que los huracanes en todo el mundo en el último año han sido casi tan inactivos como en cualquier otro momento desde que comenzaron a registrarse los récords.

Debe afrontarse el calentamiento global, pero de manera inteligente a través de investigación y desarrollo de alternativas de bajo carbono. Si queremos aplicar las políticas apropiadas, es crucial que entendamos bien los hechos.

https://prosyn.org/5VxkmqSes