

Though Polish voters in October ousted their right-wing populist government, recent elections in Slovakia and the Netherlands show that populism remains as malign and potent a political force as ever in Europe. But these outcomes also hold important lessons for the United States, where the specter of Donald Trump’s return to the White House haunts the runup to the 2024 presidential election.
KIEV – Esta semana, casi todos en Ucrania estarán mirando anhelantes lo que suceda en Vilna, la capital de Lituania. Allí, en la cumbre de líderes de la OTAN, comenzará a decidirse nuestro lugar en Europa y en Occidente.
Aunque casi todos los ucranianos sueñan con la pertenencia a la OTAN, los brutales combates a los que nos hemos visto arrastrados desde que Rusia invadió nuestro país hace casi dieciocho meses nos han dado duras lecciones de realismo. Somos muy conscientes de que hacer realidad nuestro sueño de ingresar a la OTAN no será tarea fácil. Yo soy muy consciente: en 2008, firmé una carta de solicitud de ingreso dirigida al secretario general de la OTAN. Pero Ucrania quedó fuera de la alianza, y las consecuencias han sido devastadoras.
Nadie espera que a Ucrania se le ofrezca ingresar a la OTAN mientras se libra una guerra en nuestro territorio, ya que eso obligaría a la alianza (conforme al artículo 5 de su tratado de creación) a intervenir en el conflicto. A nadie atrae la idea de una guerra total entre la OTAN y Rusia (un país que tiene armas nucleares y que ya ha demostrado un grado criminal de imprudencia); a nadie, y tampoco a los ucranianos.
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