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Por qué ahora también Italia cuestiona la ortodoxia

PARÍS – Funcionarios, gestores de riesgo y mercados internacionales observan con atención la escaramuza presupuestaria entre el gobierno de Italia y la Comisión Europea. El episodio pone de manifiesto la creciente frecuencia con que gobiernos de economías avanzadas y emergentes por igual cuestionan las políticas económicas ortodoxas. La profundización de esta tendencia obliga a economistas y actores de mercado a analizar más (y comunicar mucho mejor) los dilemas de la implementación de políticas económicas y financieras convencionales en condiciones difíciles.

Elegidas con un mandato de promover un crecimiento más veloz e inclusivo, las autoridades italianas han adoptado una postura fiscal más expansiva. Pero el presupuesto que han diseñado fue “rechazado” por la Comisión Europea, por “incumplimiento” de las normas de la Unión Europea en materia de déficit. En consecuencia, Moody degradó la calificación crediticia de Italia al nivel inmediatamente superior al de los bonos basura, alegando preocupación por el stock de deuda del país y por el exceso de optimismo del gobierno en sus previsiones de crecimiento.

Como la dirigencia italiana insiste en que “no hay plan B”, el diferencial (spread) de la deuda pública de Italia volvió a subir a niveles que no se veían desde los peores días de la crisis del euro. Y al aumentar los costos de endeudamiento para los sectores público y privado, algunos observadores comienzan a preocuparse por las posibles consecuencias para el sistema financiero italiano. De hecho, hay quienes llegaron a decir que Italia plantea una amenaza existencial a la eurozona. Pero otros piensan que es una exageración peligrosa, porque Italia todavía tiene un perfil de servicio de deuda a corto plazo manejable, superávit fiscal primario y superávit de cuenta corriente, y un considerable potencial económico.

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