astein1_ Nicholas KajobaXinhua via Getty Images_polio Nicholas Kajoba/Xinhua via Getty Images

Pongamos fin a la polio

SEATTLE – Nadie esperaba que erradicar la polio fuera a llevar tanto tiempo, pero las campañas de los últimos 35 años para vacunar a todos los niños contra esa enfermedad representan una enorme victoria para la salud mundial: que hayamos reducido la cantidad de casos un 99 % implica que casi 20 millones de personas que hubieran sufrido parálisis hoy pueden caminar.

Ahora debemos terminar la tarea de librar al mundo de la polio. Por eso, además de combatir el virus natural de la poliomielitis —también llamado poliovirus salvaje— en Afganistán y Pakistán, la Iniciativa Mundial de Erradicación de la Poliomielitis (GPEI, por su sigla en inglés) se está centrando en aquellos lugares donde es más probable que los niños contraigan y contagien virus de la poliomielitis derivados de la vacuna (también llamados «variantes del poliovirus»), especialmente, del tipo 2. Esto incluye al noroeste de Nigeria, el sudeste de la República Democrática del Congo (RDC), el norte de Yemen y el sur de Somalia, donde se registraron más del 84 % de esos casos en el mundo desde enero de 2022.

La inseguridad, la falta de infraestructura y los desafíos debidos al terreno dificultan la provisión de los servicios esenciales de salud a los niños en esas áreas, ni que hablar de las vacunas. Este tipo de entornos con bajo grado de inmunidad es particularmente proclive a los brotes de variantes del poliovirus, que pueden tener lugar cuando se permite que el virus activo, pero debilitado, de la vacuna oral contra la polio circule en comunidades no vacunadas o con bajas tasas de vacunación. Lo trágico es que el virus puede recuperar su fuerza con el tiempo y causar parálisis en los niños.

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