CAMBRIDGE – ¿Por qué vota la gente, si hacerlo es costoso y altamente improbable que incida en el resultado de las elecciones? ¿Por qué hace uno más de lo que debe en su trabajo?
Dos libros recientes –Identity Economics [Economía de la identidad] por el premio Nobel George Akerlof y Rachel Kranton, y The Moral Economy [La economía moral] por Sam Bowles– indican que una silenciosa revolución está desafiando los fundamentos de la economía, prometiendo cambios radicales en la forma en que visualizamos numerosos aspectos de las organizaciones, las políticas públicas, y hasta la vida social. Al igual que con el repunte de la economía del comportamiento (que ya incluye seis premios Nobel entre sus líderes), esta revolución emana de la psicología. Sin embargo, mientras la economía del comportamiento se basa en la psicología cognitiva, la revolución actual tiene sus raíces en la psicología moral.
Como es el caso con la mayor parte de las revoluciones, la actual no está sucediendo porque, según lo estimara Thomas Huxley, bellas teorías antiguas estén siendo destruidas por feos hechos nuevos. Hace tiempo que sabemos de los hechos feos e inconsistentes, pero los individuos no abandonan un esquema mental a menos que puedan sustituirlo por otro: a la larga, son solo las teorías más nuevas y más poderosas las que dan muerte a las bellas teorías antiguas.
Richard Thaler has shown in his research how to focus economic inquiry more decisively on real and important problems. His research program has been both compassionate and grounded, and he has established a research trajectory for young scholars and social engineers that marks the beginning of a real and enduring scientific revolution.
views the selection of this year's laureate, Richard Thaler, as further vindication of the behavioral approach.
As in the 1970s, a severe economic shock has forced governments to pursue massive fiscal and monetary expansion, thereby sowing fears of future inflation. But not all shocks are the same, and the key question now is whether we can be confident that the current state of exception will end.
show that the brewing debate about the threat of unanchored expectations is falling into a familiar pattern.
President Joe Biden’s administration appears determined to separate America's relationship with the Kingdom from the relationship with Crown Prince Mohammed bin Salman. But this separation will likely prove impossible to sustain.
explains why the Biden administration has no choice but to maintain ties with Crown Prince Mohammed bin Salman.
CAMBRIDGE – ¿Por qué vota la gente, si hacerlo es costoso y altamente improbable que incida en el resultado de las elecciones? ¿Por qué hace uno más de lo que debe en su trabajo?
Dos libros recientes –Identity Economics [Economía de la identidad] por el premio Nobel George Akerlof y Rachel Kranton, y The Moral Economy [La economía moral] por Sam Bowles– indican que una silenciosa revolución está desafiando los fundamentos de la economía, prometiendo cambios radicales en la forma en que visualizamos numerosos aspectos de las organizaciones, las políticas públicas, y hasta la vida social. Al igual que con el repunte de la economía del comportamiento (que ya incluye seis premios Nobel entre sus líderes), esta revolución emana de la psicología. Sin embargo, mientras la economía del comportamiento se basa en la psicología cognitiva, la revolución actual tiene sus raíces en la psicología moral.
Como es el caso con la mayor parte de las revoluciones, la actual no está sucediendo porque, según lo estimara Thomas Huxley, bellas teorías antiguas estén siendo destruidas por feos hechos nuevos. Hace tiempo que sabemos de los hechos feos e inconsistentes, pero los individuos no abandonan un esquema mental a menos que puedan sustituirlo por otro: a la larga, son solo las teorías más nuevas y más poderosas las que dan muerte a las bellas teorías antiguas.
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