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La campaña anticoerción del G7 contra China podría resultar contraproducente

JAKARTA – Los días 28 y 29 de octubre, Japón será el anfitrión de la reunión de Ministros de Comercio del G7 en Osaka. El objetivo principal de la reunión será mejorar la resiliencia de la cadena de suministro y fortalecer los controles de exportación de minerales y tecnologías críticos. Pero también se espera que la “coerción económica” de China, en particular la perturbación generalizada causada por sus políticas industriales no transparentes y que distorsionan el mercado, ocupe un lugar destacado en la agenda.

Desde que se unió a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, China ha sido acusada repetidamente de otorgar subsidios industriales injustos, lo que ha dado lugar a múltiples casos de disputa en la OMC. En 2006, por ejemplo, la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá se quejaron de que China estaba ofreciendo subsidios a las exportaciones de sus industrias de automóviles y autopartes, principalmente a través de sus programas de “base de exportaciones”. La OMC prohíbe estrictamente los subsidios a las exportaciones debido a sus importantes efectos de distorsión del comercio.

Además, en 2010, Estados Unidos afirmó que China estaba subsidiando a sus fabricantes de equipos de energía eólica ofreciendo subvenciones a empresas que utilizaban componentes fabricados en China. En 2017, la atención se centró en supuestos subsidios chinos a los grandes productores de aluminio. Y un año después, la OMC reivindicó la queja del gobierno federal de que China estaba imponiendo derechos compensatorios y antidumping a los productos de pollo de engorde procedentes de Estados Unidos.

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