rogoff154_Amelie-Querfurth_AFP_Getty-Images_Euro Amelie Querfurth/AFP/Getty Images

Reforma o muerte en la eurozona

OXFORD – Con la elección de un presidente centrista y de ideas reformistas en Francia y la cada vez más probable reelección de la canciller alemana Ángela Merkel, ¿existe alguna esperanza para el estancado proyecto de la moneda única en Europa? La respuesta es quizás sí la haya; sin embargo, aún es más probable que se tenga otra década de crecimiento lento, marcada por convulsiones periódicas relacionadas con la deuda. Con un decidido desplazamiento hacia la unión bancaria y fiscal, las cosas podrían lucir mucho mejor. Pero, en ausencia de políticas para fortalecer la estabilidad y la sostenibilidad, las posibilidades de un eventual colapso son mucho mayores.

Es cierto que en el corto plazo hay muchas razones para el optimismo. Durante el último año, la eurozona ha disfrutado de una sólida recuperación cíclica, superando las expectativas en mayor magnitud que cualquier otra economía avanzada. Y, sin lugar a duda, la elección de Emmanuel Macron es un acontecimiento histórico que conlleva la esperanza de que Francia re-energice su economía lo suficiente como para convertirse en un socio pleno e igualitario de Alemania en la gobernanza de la eurozona. Macron y su equipo económico están llenos de ideas prometedoras, y él tendrá una enorme mayoría en la Asamblea Nacional para implementarlas (si bien también será de ayuda que los alemanes le brinden concesiones con respecto a sus déficits presupuestarios a cambio de reformas). En España, de igual manera, la reforma económica está traduciéndose en un crecimiento más fuerte a largo plazo.

Pero, no todo está bien. Grecia continúa creciendo magramente después de experimentar una de las peores recesiones de la historia, aunque los que culpan de esto a la austeridad alemana claramente no han mirado las cifras: incitada por economistas de tendencia izquierdista de Estados Unidos, Grecia manejó mal el paquete de rescate que pudiese quizás considerarse como el más blando en la historia moderna. Italia se ha desempeñado mucho mejor que Grecia, pero ese es un cumplido a medias, ya que el ingreso real del país es, en los hechos, menor al de hace una década (aunque es difícil saber esto con certeza, debido a la vasta economía en las sombras). Para el sur de Europa en su conjunto, la moneda única ha demostrado ser una jaula de oro, ya que ella obliga a tener una mayor rectitud fiscal y monetaria, pero elimina el tipo de cambio como un amortiguador crítico contra shocks inesperados.

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