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Biden sigue perdiendo credibilidad

STANFORD – Los presidentes, como los mariscales de campo o los goleadores, suelen recibir demasiado crédito cuando las cosas van bien y demasiadas culpas cuando van mal. Como ocurre con las estrellas del deporte, esta característica de la vida pública es, en su mayor parte, ajena a su control, pero cuando son los propios presidentes quienes procuran exagerar su contribución a los éxitos —o minimizar los fracasos— que percibe la gente, su credibilidad puede sufrir fácilmente por ello (especialmente cuando los medios de difusión le dan el gusto a su afición por exagerar). El presidente estadounidense Joe Biden se está convirtiendo en un claro ejemplo de ello.

En EE. UU., la presidencia nunca se limita al presidente, también son importantes los nombramientos políticos en las agencias y departamentos del poder ejecutivo, del gabinete hacia abajo. En esto Biden no ha logrado impresionar. El nombre del secretario de transporte, Pete Buttigieg —alguna vez, estrella en ascenso del Partido Demócrata—, quedó empañado por sus respuestas inadecuadas a los problemas en la cadena de aprovisionamiento, la paralización de las aerolíneas y las emisiones de productos químicos tóxicos por el descarrilamiento de un tren en Ohio. De manera similar, el secretario de seguridad nacional Alexander Mayorkas afirmó reiteradamente que la frontera sur es segura, aun cuando millones de personas la cruzaron ilegalmente el año pasado y los cárteles siguen enviando enormes cantidades de mortífero fentanilo al país a través de puntos de entrada legales e ilegales.

El enfoque de Biden en la legislación tuvo problemas similares. Como se supone que es el Congreso quien tiene la última palabra en la mayoría de los temas (sujeto al veto presidencial y la revisión judicial), la eficacia del presidente (hasta ahora siempre han sido hombres) se debe medir en parte por su capacidad para lograr el apoyo bipartidista a las políticas que perdurarán cuando deje el gobierno. Al decir del propio Biden: «crear consenso para los cambios fundamentales es muy importante para garantizar su aceptación por la gente y que así puedan ser sostenibles».

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