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La venalidad en la raíz de la agitación política

WASHINGTON, DC – En 2017, la palabra corrupción se convirtió en sinónimo de política en casi todos los continentes, y enmarcó la acción gubernamental en países tan diferentes como China, Arabia Saudita y Brasil. La corrupción y los escándalos relacionados derribaron a presidentes y primeros ministros, inhabilitaron a dirigentes políticos opositores, e impulsaron revueltas “populistas” en todo el mundo. Nuestra era actual de turbulencia política no se puede entender si no se tiene en cuenta la inconducta sistemática de los funcionarios.

En Brasil, continúan las investigaciones sobre lo que un juez describió como un “esquema de corrupción sistemática” montado entre funcionarios públicos y la megapetrolera brasileña Petrobras. Las investigaciones llevaron al juicio político y la destitución, en agosto de 2016, de la presidenta Dilma Rousseff, y en julio de este año el expresidente Luiz Inácio “Lula” da Silva recibió una condena a prisión.

En Corea del Sur un escándalo de corrupción provocó el juicio político y la destitución en marzo de la presidenta Park Geun-hye y el encarcelamiento en agosto de Lee Jae-yong, heredero natural de Samsung.

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