¿Las mujeres arriba?

¿Cómo serán las reuniones de la cumbre del G8 cuando la presidenta norteamericana Hillary Clinton y la presidenta francesa Ségolène Royal se junten con la canciller alemana Angela Merkel en un maravilloso triángulo de poder femenino? El escenario no es del todo improbable. De hecho, en Estados Unidos y Francia, existen incluso candidatas femeninas alternativas para la presidencia (Condoleeza Rice en Estados Unidos, Michelle Alliot-Marie en Francia). ¿Implicará esto un nuevo estilo tanto de política interna como de relaciones internacionales?

La respuesta no es obvia. Después de todo, algunas mujeres han tenido desde hace mucho tiempo la fuerza y la voluntad de llegar a la cima. Pensemos en Indira Gandhi, Golda Meir o Margaret Thatcher. Las tres fueron primeras ministras poderosas de sus países, aunque tal vez no el epitoma de lo que podrían considerarse valores femeninos. Todas superaron a los hombres en su propio juego y tuvieron poco tiempo para lo que se dio en llamar feminismo.

En realidad, otra tendencia quizá sea más importante en lo que concierne a liderazgo político. Cuando se trata de formación de gobiernos, las mujeres lograron liberarse del encasillamiento de sus dominios tradicionales, como la educación y los asuntos sociales. La política exterior particularmente se ha convertido en una aspiración femenina. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea tienen mujeres al frente de sus cancillerías; lo mismo sucede con media docena de países de la UE, entre ellos Gran Bretaña. ¿Acaso esto cambió el estilo o la sustancia de la política exterior?

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